UNA MIRADA AL HAIKU DESDE EL CARIBE.

UNA MIRADA AL HAIKU DESDE EL CARIBE.

Fausto Aybar

27/07/2023

UNA MIRADA AL HAIKU DESDE EL CARIBE.

Por: Fausto Aybar.

Sería mejor decir: echar un ojo al haiku. Porque en esa expresión se conjuga toda mi dominicanidad. El haiku, ese poema tan breve pero tan difícil de ser escrito, y porque no decir: de ser recibido, puesto que él, se presenta, y si estamos preparado para recibirlo, entonces; anidara en nosotros para volar a otros humanos. Tiene más de trecientos años pululando entre los mortales, pero lo cierto es que en él, está el origen de la vida misma. Pero yo, un hombre común, isleño, y sobre todo caribeño, he llegado al haiku como un niño curioso, como ese niño que alborota el hormiguero para mirar las hormigas correr, sin presentir el peligro.

Lleno de dolor.

Un niño con un palito.

El hormiguero.

Traer todos los elementos del haiku escrito en Japonés a una región como el Caribe, es casi un atrevimiento, porque de primer orden; no vivimos en toda su plenitud lo estacional, no podemos asumir su visión cultural y espiritual de la poesía. Ellos solo se han abierto al mundo, para que desde su realidad geográfica y social, los países hermanos puedan construir y disfrutar desde su entorno de esos tres mágicos versos. Por esta razón varios países del Caribe tienen actualmente un fuerte movimiento en construcción de escritores de haiku, pero la propuesta más organizada, se levanta en la hermana isla de Cuba con su proyecto (Pensar en haiku). En la Republica Dominicana el movimiento está muy disperso, pero se están dando pasos para que alumbre definitivamente.

Lluvia y viento.

Niños que miran por la rendija…

el huracán

Caen las hojas.

Entre las ramas del árbol

ciguas palmeras.

Desde que Masaoka Shiki bautizó definitivamente este estilo de poesía japonesa con el nombre de haiku. También abrió las puertas para que el mundo occidental comprendiera desde la poesía, la importancia que tiene vivir en equilibrio para los japoneses, porque el haiku es un canto a la vida plena, porque para la sociedad japonesa el haiku no es una moda, es un estilo de vida, donde el ser humano es parte del todo, y no es protagonista de nada. Donde el egocentrismo y el narcisismo literario occidental no son relevantes.

Dejando sus huellas

última mañana de marzo

Un caracol.

Olor a café.

Al alba, la sinfonía

de un ruiseñor.

No hay mejor forma de enseñar que aprendiendo, esa es una de las más humildes lecciones que he asimilado del haiku. En cada niño y niña que el haiku elije para llevar luz al mundo a través de los tres versos, hay un maestro o maestra sin saberlo, porque solo el hecho de ser sensible a todo nuestro hábitat es una señal de humanidad. A través del haiku podemos reencontrarnos con ese niño o niña que vive en nosotros, podemos seguir por los caminos de la adultez sin dar la espalda a la ingenua sonrisa de la niñez.

Novilunio.

En el espeso bosque

las luciérnagas.

Roca volcánica.

En una mañana de sol

solo el albatros.

No intentamos desde el Caribe tocar y alterar la esencia del haiku, solo estamos descubriendo a través de él, que hasta el más insignificante ser vivo, según nuestra visión como seres humanos, es parte de la armonía del todo. Entonces, mirar el haiku desde el Caribe no es una locura; es una apertura a la contemplación, es dejar que nuestros sentidos sean uno con la naturaleza, que nuestro roce con nuestros semejantes sean una vía para seguir construyendo este puente de humanidad. Los elementos, los seres vivos, nuestra idiosincrasia son parte de un todo, que convergen en ese gran hogar llamado haiku. Pues habitar en la magia de estos tres versos, es una invitación a vivir en plena libertad, romper con ciertos parámetros sin tocar la esencia de esa breve, pero enorme poesía, que todos los mortales; llamamos haiku.

Golpes del viento.

Aquí, un árbol sin nombre

Sólo envejece.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS