Una boricua enseña en San Vicente y las Granadinas

Una boricua enseña en San Vicente y las Granadinas

LORAINE VERA

24/07/2023

Una boricua enseña en St. Vincent y las Granadinas

     ¿Qué es ser maestro? ¿Qué es enseñar? ¿Debes estudiar? ¿Te hace la experiencia? Pienso que cada uno tiene su propia respuesta. Puede que, al terminar de leer esta reflexión, cambies de opinión.

     No, yo no soy maestra por estudios; pero por allá en el 2021 obtuve una plaza por convocatoria especial en Barceloneta, Puerto Rico como maestra de Artes Visuales. Les cuento, que esta fue la experiencia laboral más enriquecedora de mi vida, pero no me percaté hasta mayo de 2023 cuando participaba de un voluntariado en la isla de San Vicente y las Granadinas junto a doce personas de todas partes del mundo. Inicialmente, o los que yo pensé que serían los proyectos meta de este voluntariado eran los estudios acerca del cambio climático y la construcción de jardines ecológicos. Sin embargo, como todo en la vida es incierto al igual que en Richmond Vale Academy, institución donde realicé mi voluntariado, hubo un giro inesperado. Se trataba de un nuevo proyecto que se basaba en la movilización comunitaria con enfoque en la enseñanza de la alimentación saludable y el cambio climático a través de talleres a los niños y adolescentes. No pensé que tendría que sacar del baúl los conocimientos que tenía guardados y mucho menos en una tierra extraña, pero como decimos los boricuas, estaba puesta para el problema.

     Desde el inicio recibí el proyecto con mucha seriedad, como si fuera para niños de mi país y aposté a enseñar a los más pequeños. Sin embargo, algunos de mis compañeros lo veían como algo complicado, a diferencia de enseñar a los adolescentes en las secundarias. Hubo comentarios como “ellos no entienden”. Sin embargo, yo insistí en que sí entenderían y que de esa manera podíamos comenzar a impactar directamente a la comunidad. No voy a negar que estaba muy entusiasmada de comenzar, pero al mismo tiempo aparecía un escalofrío que me hacía pensar: ¿será complicado enseñarles a los niños de San Vicente? No, en lo absoluto.

     Acá las cosas son un poco diferentes, o al menos en Peto, Fitz Hughes, Chato y Troumaka, comunidades a donde decidimos movernos a trabajar. No hay proyectores, computadoras o pizarras electrónicas en todas las escuelas, como es común en Puerto Rico. En San Vicente te conviertes en el centro de atención y no puede faltar la famosa frase “white people” por parte de los niños tan pronto te ven llegar. Ellos no necesitan conocerte para correr hacia a ti a abrazarte y preguntar tu nombre, de dónde eres y claro, a qué vienes. Sientes todas esas manitas agarrándote para darte un apretón o tocarte el cabello porque lo tienes lacio y posteriormente, disiparse para continuar con juegos como fútbol o canicas. Puedes ver murales con temas educativos pintados en las paredes, los cuales en su momento servirán para algún curso. Les describo todo esto porque al menos en las escuelas donde yo estudié en P.R. no había murales, o yo no recuerdo. Los salones son pequeños, compuestos por escritorios tipo mesas y sillas hechas en madera. En ocasiones, estos salones son divididos entre dos por algunas pizarras que colocan en medio y deslumbran en todas esas sillas pequeños rostros llenos de auténtica curiosidad. Alrededor, varios carteles hechos a mano adornan las paredes que forman el salón.

     Para enseñar, decidimos incluir en nuestros talleres juegos, posters, manipulativos y las cientos de preguntas que le permitieron a todos ellos interactuar con nosotros. Pero claro, a veces las preguntas no eran relacionadas a cualquiera de los temas de los que debíamos hablar. Todo se trataba de lo diferente que lucíamos. Las preguntas más frecuentes eran: where are you from? do you speak spanish? do you speak french? how old are you? why are you here? are you going to come back? when? Pero jamás olvidaré la pregunta que me hizo un estudiante: miss why are her eyes blue and yours brown? Hay personas que tomarían eso como una ofensa, pero yo vi la oportunidad perfecta para continuar instruyendo; pues, me di cuenta de que ellos también quieren conocer sobre el mundo que está afuera. Comencé a hablar de las raíces mixtas del puertorriqueño, y un poquito de historia (solo un poco porque el puertorriqueño habla demasiado); ya que, muchos de ellos no sabían de la existencia de nuestra Isla. Y qué bonito poder compartir con ellos un pedacito de mí y a su vez llevarme un pedacito de ellos por todo lo que me enseñaron durante todo ese mes de mayo en el que estuve con ellos bajo el sol, en el salón de clases, caminando los largos trechos o simplemente sentada esperando a que sonara el timbre para comenzar con la lección del día. ¿Y qué me enseñaron todos esos niños? Me enseñaron a mantenerme curiosa, a reír más, a bailar todos los días, a no tener miedo de aprender nuevos idiomas y también a recordar. Pues, luego de semanas de haber culminado con los talleres nos reconocían por la calle y preguntaban cuando volveríamos.

     De vuelta a las interrogantes del inicio… Luego de compartir tanto con ellos, supe que no era demasiado importante qué utilizases o cuánto tiempo te demorases en cubrir un tema, sino cómo lo haces y qué energía le otorgas. Para mí, ser maestro requiere mucho más que un título. Requiere de solidaridad, empatía, amor, paciencia, tolerancia, comunicación y el apoyo que se le da a los estudiantes. No basta con hablarles sobre un tema en específico, hay que hacer mucho más. Hay que reír con ellos, llorar con ellos, mostrarles que sus sentimientos y su curiosidad es válida. Que el deseo de aprender y las ganas de preguntar nunca deben ser reprimidos. Instruirles que está bien si no entiende a la primera, pues no todos aprendemos de la misma forma, ni a la misma velocidad. También que sentirse nerviosos al exponer es normal y que no deberían sentirse avergonzados de ello. Porque al final, enseñar es también aprender. A todos los niños de San Vicente y las Granadinas con los que tuve la oportunidad de trabajar, gracias por cambiar mi vida y permitirme ser su maestra.

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