Detrás de la mirada de alguien

Detrás de la mirada de alguien

Ema UB

17/07/2023

Llegó asesando, el aire se le iba de los pulmones a los ojos y la sangre aterrizaba en la cólera. Las palabras no eran suficientes, blandió las manos intentando aporrear a cualquier cosa que estuviera en frente. Levantó las piernas intentando asestar patadas al aire, como si este le estorbara, como si algún ente invisible estuviera burlándose de él. Los enfermeros lo arrastraron como un pedazo de carne inútil, pero él se retorcía como perro envenenado, le espumaba la boca, pronunciaba incongruencias y pedía disculpas. Alguien intentó inyectarle un tranquilizante, pero no pudo; la inyección cayó al piso y el líquido se regó. Una odisea total para los trabajadores del centro de reposo que encontraron solución cuando le apretaron contra el piso; dos enfermeros le sostenían los brazos, otros dos las piernas, alguien la cabeza y otro volvió a cargar la dosis de tranquilizante y a colocar en el muslo derecho. Quedó como niño recién nacido, dormido, tranquilo, rostro sereno.
Le pregunté a la enfermera porque lo habían traído y me respondió: «nada en especial, tiene una crisis de depresión.»
Antes de tomar la pastilla, recordé y le escribí:

Su ojos parecían un par de estrellas caídas en desgracia, de esas que están a punto de convertirse en una enana blanca y con miedo máximo a la desaparición se convierten en un mar de miedo.
Descendió a la tierra de los vivos, pero cuando lo hizo le colocaron la cadena al cuello; libre en imaginación y preso en la acción. Cada vez que intenta ir más allá de la ilusión, la cadena le aprieta el cuello, se hace evidente lo frágil que es la existencia de la carne dotada de vida.
Cayó en desgracia, nacer en medio de la opresión de ser lo que no se debe ser, de aprender lo que no sirve y de vivir en la mentira por el miedo que causa conocer la verdad de las cosas.
Sus ojos parecían un par de estrellas caídas en desgracia, miraba con los ojos cargados de lágrimas. Lágrimas que no podía soltar por miedo al qué dirán de los demás, de esa gente que le enseñó: «el hombre no llora» «la depresión es para el ocioso» «el miedo para el tonto»
No lloró ese día, no llorará mañana ni pasado mañana, pero adentro ya nació la bestia, crece y crecerá y cuando ya no haya espacio para gestar más; nacerá. El nacimiento de otra personalidad, de esa que se alimentó de cada centímetro de carne, que bebió cada gota de sangre, ese animal que vestirá la piel, llenará los ojos y vivirá para romper el dogal, si alguien intenta impedirlo, seguramente lo dañará.

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