Leer historietas me tranquiliza, me lleva a mundos diferentes. Me convierto en super héroe, villana, princesa, hasta en espíritus de la noche.

A veces quiero olvidar lo que acontece en este mundo, y me vuelvo parte de las historias. A veces me suenan a cosas que alguna vez viví, y otras me permite hacer aquellas cosas que no me atrevo .

No siempre soy la protagonista, pero me gusta jugar a ser parte; como disfrazarse con las palabras, siendo capaz de cambiar de era, de color, de cuerpo, de alma.

No todas las historias son felices, pero tampoco todo en la vida lo es. Es lindo volar con la mente y superar cualquier obstáculo, aunque sea ficción, aunque sea pura imaginación.

La vida nos enseña a ser fuertes, pacientes y valientes como en los cuentos, solo que a veces elegimos abstraernos en esas ideas de esperanza y renacimiento que otros relatan.

Me gusta ser todos y cada uno de esos personajes, me gusta reencarnar en cientos de vidas, me gusta fundir mi existencia con la suya.

Quiero tener una y mil historias, quiero recordar anécdotas de ellas, quiero repasarlas en mi cabeza para hacerlas parte de mi vida.

Imaginemos que somos todo aquello que leemos, que somos dueños de un universo de ideas, que somos tan maravillosos como el más vanagloriado de los héroes.

Imaginemos que todo es posible, incluso desconociendo la manera de lograrlo, porque la vida es tan hermosa como cada historia, y vivirla es nuestro cuento más preciado.

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