En una tarde hermosa de verano,
un pequeño niño se maravillaba
con tan fantásticas palabras
de ese viejo libro,
ese que tan al fondo del cajón estaba.
Hay quienes leen por leer,
pero ese niño leía por aprender y conocer.
Su mente se perdía
y el niño ya no leía,
tan solo veía las palabras
y su mente en la historia estaba.
Se veía en un barco en mares turbulentos,
a una isla perdida que estaba aún muy lejos.
Con maravillosos paisajes
y bestias indomables.
Podría pasar acostado en el jardín días,
pero el sueño y el hambre ya lo invadían.
Su madre lo llamó al ver el sol caer,
el niño obedeció y el siguiente día apareció.
Este poema fue publicado por Yuvi Tigrá con el mismo nombre pero con modificaciones, este es el original.
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