Dedicado a mi buen amigo Chirstoper. Victima de un ladrón pendejo que ni sabia robar.
Pipo (nunca supe porque le decíamos así) hizo el primer lanzamiento de moneda porque según él era lo justo. Al principio me negué, él había llegado tres pasos detrás de mi a la cancha y para entonces ya me había puesto en posición. Sin embargo, la contraoferta fue buena, si adivinaba el volado el haría la fila para la comida por mi, mientras yo jugaba.
El asunto empezó cuando tras perder dijo que siempre se juega dos de tres, a lo que todos respondimos con un «ya salte, culo». Diez segundos después nos dio risa que no se quisiera salir después de perder 3 veces seguidas, pero ahora quería pagarme la comida si le ganaba otra vez. Estos ya eran negocios así que deje que alguien jugara fut en mi lugar para concentrarme (obviamente no deje a pipo entrar a jugar, aunque bromeo con eso).
Para cuando gane 7 veces seguidas él me empezó a preguntar como lo hacia y me di cuenta que algunos nos habían empezado a ver lanzar la moneda. Siendo yo un narcisista de 15 años, no perdí la oportunidad de alzarme. Les dije que había sacado un calculo mental de la velocidad con la que giraba la moneda, cosa que no me creyeron pero no me podían refutar.
Se comenzó a juntar publico y apuestas. Para el decimo quinto lanzamiento me volvieron a preguntar como lo hacia y yo ya había pensado una respuesta que hiciera parecer que realmente estaba haciendo cálculos en mi cabeza.
Les dije que tomaba el tiempo en que la moneda está en el aire y la velocidad con la que giraba para calcular si había alcanzado a dar solo vueltas completas o se había quedado a la mitad en la última. Lo cual es imposible de saber, pero ahora iban a creer todo lo que les dijera.
Estaba histérico por retirarme, tenia una pila de monedas y un par de billetes ganados, pero lo que quería asegurar era la mentira. Enfrente de toda la escuela yo había demostrado que tenia poderes casi psíquicos; de adivinación; de ver el futuro. Incluso había olvidado que la niña que me gustaba estaba al lado de mi, hasta que me pidió invitarle unas sabritas con el dinero que había ganado, dando me la salida perfecta. Sin miedo di mi predicción numero 21 y me fui entre felicitaciones.
Pipo dijo que me había equivocado, pero nadie le creyó.
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