Estoy cansada de mirar mis pasiones a través de una pantalla, de mirar los objetos y mirar un millón de formas de hacerlos y que nunca sea mi turno de crear, mis amores, mis deseos, mis gustos y mis anhelos. Quiero vivir mi vida tomarla de una vez por todas y salir allá afuera, pero no del afuera que conoces, del que te encarcela hasta la creatividad con un sueldo miserable, no, quiero salir y perderme en busca de ríos estériles, manantiales vírgenes y naturaleza inhabitable, quiero perderme y tocar tan fuerte como quiera sin que nadie me moleste, sin bajar el volumen, quiero jugar con la belleza que existe de un trozo de madera y exprimir todas las ideas pidiéndole permiso a rama en medio de la nada, quiero subirme a los árboles inalcanzables, gritar de impulso y caer armando un columpio, atraer a los animales con mi frecuencia y no para matarlos, quiero correr por la tierra húmeda y encontrarme con pequeñas heridas de las que me reiré después. Quiero salir a mojarme en la lluvia, bailar entre las rosas y abrazar los árboles, hablar con los vegetales y no temerle al tiempo que anuncia el cielo, quiero construir y moldear piezas enteras, pequeñas y juguetonas que con sus texturas te alivian el alma, quisiera tejer gorritos y vestidos enteros, armar una telaraña con alambre y piedras hermosas, hacer y encontrar arquitecturas únicas en las que el invitado especial sea el sol, quisiera pintarlo todo y retractar sus colores sin límites a lo imperfecto, quisiera ser representante de la naturaleza y protegerla, entenderla y escucharla.
Quiero cuidar de ti tanto como cuidan de mí y mostrarte un mundo entero lleno de amor y diversión donde la única limitante es rendirte y dañar.
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