Preciosa estrellada en Saturno 

Cayendo hacia cráteres satelitales 

Ni un astronauta salvándote de la miseria poética que vomita tu alma 

Ni un ente valiente alimentando tu estómago 

Ni cubriendo tu joven rostro para no contaminarse con todos tus desechos 

Preciosa estrellada en recóndito lugar de mi psique 

Explotando melodías en algún bar de Baltimore, 1849

Tomándome por los hombros cuando lloro en el baño

Y ni un bailarín se atrevió a bailar contigo 

Ni siquiera con las manos sobre su cara, para no ver tu mirada gastada 

Preciosa estrellada en generación deshonesta 

Ni un ángel vino a salvar tu alma

Ni un hermano sobre tu triste regazo, con ternuras fingidas y muecas de dolor 

Preciosa estrellada en Saturno, y en todo poeta que haya llorado cuando abandonaste el cosmos 

Estrellada

En el sepulcro más dichoso que tu mente haya sabido apreciar. 

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