Mi cálida frescura.

T,

¿Cómo nace una carta sincera? ¿Cuándo las palabras del amor exigen ser escritas?

En el ocaso de un día en extremo caluroso surgen las preguntas, preguntas que resuenan cálidas en la imaginación.

De pronto, la inesperada frescura de las respuestas aparece repentina, gratificante sensación que aligera la pluma y limpia la razón. He aquí mi tierna y desenfadada respuesta.

Aquellas palabras del amor exigen ser escritas solo una vez en la existencia, en el momento especial de la juventud y cuando el alma ya no puede contenerlas más; cuando la sonrisa surge mágica mientras te miro; cuando el poema se transforma en ti; cuando mi lágrima aparece añorando tu existencia.

En definitiva, cuando exigen ser escritas para ti.

He de confesarte que vivo la fantástica sensación playesca de nuestro amor, explicado en el equilibrio cálido de tus abrazos con la brisa que inundas de serenidad con tus besos. Naces ahora nueva, dotada, renacida. Naces en mi mezcla de Cálida Frescura.

Como las olas que rítmicas se deslizan en la inmensidad de la arena, resuenan las preguntas y desaparecen con sus respuestas.

¿Hay más calidez que la que disfruto a tu lado? ¿Hay más goce que la atmósfera que vivimos?

Te lo imploro vida mía, mi Cálida Frescura; regálame tu existencia y permíteme piadosa embriagarme con tu beldad que se vuelve mi licor. Déjame caer en la inmensidad de tus brazos que se han vuelto mi delirio.