La muerte en sí misma es una de las pocas certezas que tenemos como especie. Todos sabemos que estamos destinados a morir, que nuestra existencia tiene un final y es efímera.
¿Por qué pasamos tanto tiempo evitando esta certeza?
La vida en sí misma -en mi manera de entenderla- no tiene sentido, pero el hecho de morir y de aceptarlo, me hace querer encontrar mi propio sentido a la existencia y brindarme por él al máximo. Tenemos poco tiempo para llevar a cabo las cosas que queremos, ya que la vida no espera, ni avisa.
Todos tenemos esa fecha de caducidad en algún lado donde no somos capaces de verla. No sabemos si llegará mañana, en meses o dentro de muchos años. Saber que vamos a morir, pero no cuando, puede ayudarnos a vivir con intensidad y a perseguir nuestros sueños tomándonos las cosas con menos seriedad.
En definitiva quedaremos en el olvido más temprano que tarde, y es sabido que uno de los mayores arrepentimientos de la gente agonizando es el de no haber hecho con su vida lo que realmente querían porque tenían que cumplir con el status quo.
La muerte no es algo malo si le damos el enfoque. Tampoco debe ser un tabú. Cada persona debe pensar que quiere hacer con su cuerpo al morir, y tener a la muerte presente para poder vivir mas legítimamente con nuestros pensamientos y sentimientos. Encontrar una filosofía de vida que nos agrade y conservarla.
La mayor parte del tiempo la pasamos intentando ocupar nuestra cabeza en cosas que no tienen mucho sentido cuando las pensamos en profundidad, simplemente para evitar ese sentimiento de vacío existencial y de saber que un día moriremos.
Espero que esta reflexión, este pequeño texto nos ayude a recordar que cada día es un día menos y que nuestros sueños están para intentarse.
No tenemos otra vida, no tenemos mucho tiempo.

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