Salpicadura(s)

Salpicadura(s)

La_Tronka

10/05/2023

El pasado dos de abril se celebraba el Día Mundial (o de concienciación) del Autismo, y como tutores, tuvimos que poner a nuestros alumnos un vídeo donde te contaba qué le sucedía a un niño de unos ocho años cuando iba a un centro comercial. Era un vídeo asfixiante, pues cada estímulo que el niño recibía, y que a nosotros nos pasaría desapercibido, para él era como si a cada instante cada luz le deslumbrase o un simple sonido de un móvil fuera como si alguien nos tocara la trompeta en el oído. El niño autista no podía soportar la intensidad de los estímulos, una intensidad que para él, era el triple que la nuestra.

Al leer este hipertexto donde entre palabra y palabra se encadenaba un vídeo, un sonido, un audio, etc… me pasó algo parecido. Demasiados estímulos para mi pensamiento. Cuando cogía el hilo de lo que el autor trataba de transmitirme a través de simples palabras, aparecía una imagen que «me cortaba el rollo», como si de repente hubieran dado un portazo, y perdía la concentración. Demasiados estímulos, demasiados canales y formas de información diversas, para mi pobre mente analógica y algo primitiva#bocadillo.

Cierto que el arte le debe mucho a la forma, combinada con el contenido, claro, y que las historias siempre son historias, cuentes como las cuentes, pero el cómo se cuenten incide para bien o para mal en el receptor.

#bocadillo

Y cierto que ahora casi leemos más a través de las pantallas de nuestros dispositivos que a través del papel, pero las historias que leemos en las pantallas son diversas a las que leemos en el papel. Las palabras liberan a nuestra imaginación, permiten que rememore lo que se dice como quiera. Pero cuando añadimos imágenes o sonidos, nuestra imaginación se frena, es constreñida por esa imagen que nos dice cómo debemos imaginar lo que nos cuentan, cómo ha de sonar lo que nos evoca. Ese nuevo hipertexto que incluye desde una imagen hasta un video, un gif, un meme, un audio o un enlace a otra web me resulta como una red que impide a mi imaginación ir más allá. Mi imaginación se siente atrapada. #bocadillo

Un nuevo lenguaje parece aparecer, o al menos una manera novedosa de utilizarlo, pues se combinan muchos lenguajes diversos, dando lugar a un texto que va más allá de la propia palabra y del concepto abstracto. Lo vemos sobre todo en las conversaciones a través de las aplicaciones de mensajería instantánea, donde la comunicación es una sopa #bocadillo, o más bien un guiso, donde se entremezclan, y en ocasiones de manera muy gustosa, las palabras, los audios de voz con tendencias a convertirse en auténticos podcast, vídeos crudos y espontáneos, enlaces que nos llevan a otros mundos y otras situaciones. La literatura popular es una mezcla de todos estos recursos, y para la vida cotidiana esto nos vale, nos contamos nuestras propias historias utilizando todos estos ingredientes. 

Y todos estos guisos, estos hipertextos o megatextos o como queramos llamarlos, nos salpican. Y eso nos gusta, porque seguimos cocinando con ese lenguaje tan diverso. Y sin embargo… Algunos todavía buscamos un poco de tranquilidad, una reducción de estímulos, simplemente en el remanso de paz que es un conjunto de palabras desnudas. Pues las palabras solas dejan espacio a nuestra imaginación, la dejan respirar, pararse y reimaginar lo imaginado, como el modo construcción de mundos del Minecraft#bocadillo. Y el nuevo guiso del lenguaje digital es demasiado explícito para ello. No imagines, contempla esta imagen, no le pongas la banda sonora que te evoque, escúchala directamente. 

Y aún así… es lo que hay, y tenemos que experimentar con ello, y como ejemplo tenemos este ejercicio. Y hay que leer textos con miles de ingredientes digitales, y disfrutarlos y coger de ellos aquello que nos interese. Pero también hay que volver a la palabra desnuda, y oscilar entre unos y otros, porque nuestro mundo se dice de ambas maneras. #bocadillo

Pues sí, Escritura(s) me puso nerviosa, me inquietó, me agobió y hasta me enfadó porque había demasiados vídeos, imágenes, sonidos, que coartaban mi pensamiento e imaginación. Pero llegué hasta el final, y pude controlar la impronta de tanto estímulo digital. Y tras su lectura hube de desconectar acudiendo a un libro de esos de toda la vida, para que a mi imaginación no le diera un ataque de ansiedad #bocadillo, pues no puede dejar de crear e imaginar, incluso cuando tratan de orientarla. Y eso es la vida, un balanceo continuo entre un lenguaje u otro, porque hay muchas maneras de decir las cosas, tantas como historias para ser contadas. Y mientras haya historias que contar, buscaremos la mejor manera de contarlas, aquella que más se adapte a la propia historia… o bien a nuestras propias fobias, trastornos o intolerancias cognoscitivas, estéticas y literarias de diversa índole. #bocadillo

Etiquetas: escrituras retórica

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