CRONICAS DE UNA FARMACEUTICA EN PANDEMIA
Marzo2021
“Hija, vuélvanse, están cerrando los parques Nacionales y el presidente anuncia en unos minutos que cierran las fronteras” (llamada telefónica de mi mama)
Era el 16 de Marzo del 2020, habíamos tenido un año agitado, y además de mi farmacia donde trabajo todo el año, ayudaba a mi marido durante la temporada de verano con nuestro restaurante en la costa. Ansiaba esas vacaciones…estaba exhausta. Uno de mis sueños era llegar a Torres del Paine en Chile, recorriendo la icónica ruta 40 desde su km 0 en Argentina y emprender la aventura hasta donde pudiésemos llegar. Pero todo tomo otro rumbo…
Un virus había invadido el mundo, Covid19 empezó a resonar hasta el punto de ser una pesadilla. Y las especulaciones… se originó en China porque muto, un ser humano comió un murciélago y se enfermó, o surgió en un laboratorio chino…Y entonces empieza la incertidumbre, donde solo se sabía que no se sabía nada, y los informantes desinformaban. La única solución era “quédate en casa” Y al principio lo aceptamos y nos encerramos y escuchábamos: se transmite por las vías respiratorias y por todo lo que tocamos y en el cartón dura 1 día activo, y en el aluminio 3, etc. Era simple de combatir, su estructura lipídica permitía que lavándonos las manos con agua y jabón lo matábamos, o con alcohol en gel. Pero el mundo contaba muertos, los contagios eran cada vez peor, los sistemas sanitarios en muchos países colapsaban. Los más afectados eran los mayores que desarrollaban neumonía, y las personas con enfermedades crónicas como diabetes, obesidad o asma que de aquí en más serian “grupo de riesgo”.
Síntomas principales: perdida del olfato y gusto, fiebre o escalofríos, tos, garganta raspada, fatiga, dolor de cabeza (como detrás de los ojos), congestión, dolores musculares corporales y otros, que se confundían a veces con una gripe.
Los niños generalmente eran asintomáticos (excepto inmunodeprimidos o con algunas patologías crónicas especificas), y ahí estaba el miedo a contagiarse, pero llamativamente, había gente dentro de una misma casa que no se contagiaba, de momento no había respuestas a ese comportamiento del virus o de cada organismo en particular.
Entonces aparecieron muchos términos nuevos, que a 1 año de empezar, aun escuchábamos. Creería que el más escuchado fue Hisopado o PCR, una práctica nada agradable que te la hacían enfermeros o bioquímicos vestidos de astronautas (pobres!) Fuimos algo así como esclavos en el siglo 21. Teníamos que sacar permiso para circular si éramos “esenciales” (trabajadores de salud, policías, rubro alimento, y algún otro) el resto solo podía ir a negocios de comida de barrio o supermercado pero no circular más que eso. Por más de un año no hubo clases y todo se volvió virtual, donde alumnos y maestros se esforzaron demasiado y nunca fue lo mismo…donde muchos chicos ni siquiera tuvieron los medios tecnológicos para poder ser escolarizados. Allí tomo protagonismo el zoom, y ni hablar para toda la gente que no dejaron salir a trabajar porque podía hacer home office, por zoom o por otras plataformas. El humor de la gente empezaba a cambiar con el encierro. Ya no se estaba seguro de si era el camino correcto, y mucha gente vio su economía destrozada por actividades suspendidas.
Si habías estado con un “contacto estrecho” (positivo para covid) tanto él como vos o los convivientes tenían que hacer cuarentena, es decir no salir de la casa x 15 días. Lo que traía merma de gente en los trabajos, incluso en los centros de salud.
Recuerdo la primera vez que fuimos a casa de mis padres con mi marido a solo unos días de declarada la pandemia, mi mama nos recibió en el garaje, puso las sillas a 2 metros de distancia de las de ellos, cada uno con su mate, no hubo beso de encuentro ni de despedida, papá estaba enojado, mi marido también…es que todo resultaba raro, algunos no estaban dispuestos a pagar ese precio…
A principios de Abril el mundo se tapó la boca porque si tenías un barbijo o tapa bocas o máscaras, evitabas el contagio. Los negocios se encerraron en mamparas de vidrio, los taxis dividían el asiento delantero con un plástico para evitar todo contacto.
Protocolos, protocolos, ufff…palabra que nunca olvidaremos. En todos lados había protocolos, como medir la temperatura de todo el que entraba, ponerse alcohol al 70% o en gel en las manos y ponerse a 2 metros de distancia de la otra persona, para lo cual en todos los locales se colocaba una línea que marcaba esa distancia en el piso. Se desato una grieta entre los que pensaban que el barbijo no servía, o no lo querían usar por su incomodidad o por ahogo, y no lo usaban, los que querían salir a hacer deporte y el vecino los denunciaba, ese vecino que además, preso del miedo que le infundaban los medios de comunicación, se sentía cada vez más angustiado.
Abril 2023
Y así es como muchas personas mayores pasaron 2 años sin ver a sus nietos o familiares. No me lo contaron…lo viví con clientes, durante 2 años un matrimonio no tan mayor (70 años) me pedía que le mandara la medicación y no había vez que no pidiera 2 o 3 botellas de litro de alcohol al 70%. Su hija venia de Buenos Aires a visitarlos pero no la dejaba entrar ni a ella ni a sus nietos pequeños. Los veía por la ventana. Seria así hasta que llegara la vacuna. Y la vacuna llego pasado el año de iniciada la pandemia, pero había que esperar, porque una dosis no era segura, y así pasaron casi 2 años hasta que salieron de su casa con 4 dosis de vacunas y vieron a sus nietos.
Pero volvamos a el principio, yo tengo farmacia en la ciudad de Tres Arroyos, mi marido es transportista con sede en Bahia Blanca por lo que en la semana vive allí. Y desde hace 20 años que estamos juntos nos vemos los fines de semana en Monte Hermoso, ese es nuestro hogar marital. El intendente de Monte Hermoso CIERRA el pueblo a todo el que quiera entrar, no importa si tenes una propiedad o padres enfermos que te necesitan, o si trabajabas en la zona. NADIE pudo pasar durante 8 meses. Si tenías domicilio allí podías entrar pero tenías que quedarte 15 días en cuarentena, con lo cual mi marido podía entrar (porque tiene domicilio allí, y obligado a hacer cuarentena) pero yo no. Un día lo llaman porque habían visto que habían violentado la cerradura del galponcito que tiene la casa, lo dejan entrar solo por el día para que vea, haga la denuncia y arregle lo que sea necesario. “Raro no?” en un pueblo cerrado y encerrado nadie sabía quién había robado todo lo que nos faltaba…Bueno, cerrado pero para algunos de la dirigencia no era así, entraban y salían como querían y también se festejó un cumple de 15, de “la hija de”. Mientras que miles de chicos no pudieron festejar su cumpleaños y miles de bodas fueron postergadas.
Conclusión, la pandemia atento contra mi matrimonio, con la “suerte” de que al ser esenciales tanto él como yo podíamos viajar a Bahía Blanca o a Tres Arroyos a vernos, pero no era tan fácil, debíamos sortear varios controles, en donde pedían el permiso de circulación, te preguntaban por qué estabas viajando, se comunicaban con algún superior para ver si te dejaban pasar, y por supuesto una enfermera te tomaba la temperatura, la saturación de oxígeno en sangre, y te hacían oler una sustancia, generalmente vinagre o lavandina o alcohol.
Para mi marido era fácil porque llevaba el cartel de transporte de medicamentos, pero yo tenía que inventar algo creíble, como ir a Bahía a retirar insumos, o decir que mi suegro estaba enfermo, o tener la suerte de que la enfermera me conociera y no me hiciera preguntas. Así y todo trataba de evadir los “retenes” (controles policiales) entrando a Bahía por las afueras, por alguna calle poco transitada que solo mi marido conocía.
En el mes de octubre decido llevar a cabo una operación en mi pie, que venía postergando por años, por no hacer la rehabilitación. Pero ahora no se podía hacer nada, sobretodo viajar que es lo que más me gusta, así que mi traumatólogo en Bahía me dio el ok , los médicos de otras especialidades que no estaban al frente de batalla en Covid, estaban casi sin trabajo, la gente tenía miedo a ir a un consultorio o clínica, incluso hubo médicos que cerraron sus consultorios y no atendían. De pronto no había problemas cardiacos ni traumas, etc, etc.
Cuando me operaron (por supuesto, previa prueba de PCR) me dio la impresión de tener el hospital para mi sola…bueno, todo salió bien. Unos días en Bahía Blanca y luego de vuelta a casa y a el trabajo con un zapato ortopédico (por 20 días) y 2 clavos de titanio en la articulación del dedo gordo.
Y hablando de viajar, mi hija se había ido a Australia a vivir a fines del 2019, por lo que yo ya tenía pasaje para septiembre del 2020, después de meses me lo reintegraron sin saber cuándo podría viajar a verla y de hecho pasaron 3 larguísimos años. Pero mientras tanto Australia vivía otra realidad, el país tenía las fronteras cerradas, pero la gente “vivía”. La pandemia se manejó diferente, la gente se cuidaba pero viajaba de un lado para otro en cualquier medio de transporte, vacacionaban y trabajaban. Solo extrañaban el turismo, que también representaba una pérdida por supuesto. Pero a nadie le falto comida ni dinero ni trabajo. Estoy segura que aunque se lo contábamos, mi hija nunca dimensionó lo que vivimos nosotros.
A su vez tampoco pude ver por 1 año a mi hijo que vivía en Mar del Plata
Y ahora de nuevo vuelvo a el principio. Cuando ese 16 de marzo se decreta la pandemia, el país como todos los países se cierra a el mundo, explota el chat de los colegas farmacéuticos viendo cómo proceder, viendo que horario de atención tendríamos, que cartel pondríamos en la puerta, qué hacer con esto o con aquello…
Ocurría que las órdenes del gobierno era que los pocos negocios que podían estar abiertos debían hacerlo en horario corrido y a las 17 horas ya nadie podía andar por la calle. Nunca nadie me supo explicar cuál era la diferencia con el horario, porque el virus no sabía de horarios…pero desde el colegio de farmacéuticos de La Plata se nos informa que las farmacias no cambiarían el horario para brindar a la gente más amplitud de tiempo.
Acordado todo lo necesario, llego a la farmacia a la mañana siguiente y le explico a mis 2 empleadas todas las normativas. Al día siguiente una de ellas rompe las reglas con un mal comportamiento. Le llamo la atención, y creyéndose “astuta” se comunica con el sindicato diciéndole que su niñera le dijo que no iría a trabajar por precaución, hasta que se pudiera salir de la casa ( era mentira, lo sabía porque es una ciudad chica y nos conocemos todos…) Y como no tenía marido que la ayude con sus hijas, el sindicato le indica licencia hasta que comiencen las clases (ya se hablaba de que no iba a haber clases en todo el año) o hasta que ellos decidieran una fecha.
Desde el colegio central me indican que no era legal, que el sindicato no podía arengar a un trabajador “esencial” a tomarse licencia. Pero en el tire y afloje ella ya tenía el aval para no ir a trabajar y por supuesto cobrar igual.
Pues la farmacia (como todas) era un caos, la cola de gente era de una cuadra, porque además había que respetar la distancia, La gente estaba tan perdida que no sabía el horario de nada, entonces eran las 12 del mediodía, queríamos cerrar porque volvíamos a las 15,30 hs. y había cola de gente que no nos permitía cerrar, encima yo con una empleada menos. El teléfono no paraba de sonar y no podíamos atenderlo. Buscaban alcohol, alcohol en gel, guantes. Ya todo se había agotado la primera semana, se difundió que si tenían la vacuna antigripal estarían más protegidos. Entonces todos querían la vacuna. Pues habían entrado pocas unidades o las unidades que se vendían aproximadamente todos los años, y NO había ni habría más. Pero cada vez que podíamos atender el teléfono era siempre la misma pregunta! En la puerta pusimos un cartel para que no entraran de gusto. En mi laboratorio pude elaborar alcohol en gel hasta donde me alcanzo la droga, y los envases, que también estaban agotados. Y tampoco tenía sentido, porque trabajaba contra reloj y ni bien los terminaba me los sacaban de las manos, y siempre alguien se enojaba porque llegaba tarde, y te decía “soy de riesgo, lo necesito!” de repente un porcentaje grande de gente llamativamente era de riesgo.
Una señora se enojó porque no le había guardado una vacuna, siendo que ella era re clienta! Me dijo “vos me tenías que guardar una a mí porque yo soy la mejor clienta!” lejos de ser verdad y aunque lo fuera, la pandemia estaba sacando lo peor de cada uno y brotaba el egoísmo por donde uno mirara…
Mucha gente traía su propia lapicera para firmar las recetas porque no pensaba tocar la lapicera con la que firmara otro.
Otra gente te hablaba de lejos, a pesar de estar el vidrio que dividía el mostrador, por poco le tenías que tirar los medicamentos y ellos estiraban bien el brazo para darte el dinero de lejitos…
En cuanto a mi empleada de licencia, a los 15 días me llamo desesperada que quería ir a trabajar, ya no soportaba estar en su casa. Igualmente le dije que había que cumplir los días estipulados por el sindicato, Yo no quería problemas, faltaban 2 días mas y ya me había acostumbrado a trabajar 13 o 14 horas por día.
Lo cierto es que en una ciudad donde estuvimos 5 meses sin casos, apareció el primero y luego fue imparable, se colapsó el hospital y la clínica, el personal estaba agotado, la gente era muy mal atendida, a muchos los mandaban a la casa con un paracetamol y luego iba en suerte…y ahí otra vez nosotros, los farmacéuticos, ayudando desde donde podíamos…”me tenes que ayudar” me decían, porque mi marido no puede respirar!
A veces lograba contactarlos con algún médico que conocía, pero eran las menos, porque ellos estaban desbordados y no podían ni atender el teléfono.
Pero entre tanto caos y egoísmo, alguien, un colega con mucho conocimiento y solidaridad y contactado con médicos neumólogos y especialistas de la fundación Respirar, crea la red Magistralmente, un enorme grupo de whatsApp con farmacéuticos de todo el país, y empezamos a capacitarnos, aprendí muchísimo, Guillermo García logra la fórmula del ibuprofeno inhalado, una medicación que elaborábamos en nuestro laboratorio (él nos la enseño a todos los que quisimos) y que salvó vidas y sobretodo evitaba que la gente tuviese que internarse porque se nebulizaban en su casa, manteniendo buenos niveles de saturación de oxígeno. El único contratiempo fue que necesitábamos la receta y no todos los médicos se abrieron a escucharnos y a ver simplemente cual era el mecanismo de acción, que llevaba a la mejoría inmediata, Por supuesto muchas veces debía ir acompañado de otra medicación. Por lo que en nuestra ciudad contamos con el apoyo de pocos pero al menos algo se logró, y hubo gente muy agradecida, así como el uso de la tan cuestionada ivermectina, que en definitiva estudios posteriores demostraron su eficacia y la disminución en la gravedad de los síntomas. La gente leía, escuchaba y sabia del ibuprofeno inhalado, nos lo pedía POR FAVOR, y al no estar aprobado por ANMAT (aunque si probado) no podíamos dárselo. ANMAT aprobó la primer fase aproximadamente 1 año más tarde. La ivermectina en cambio sí estaba aprobada, entonces pudimos instruir a la gente gracias a los médicos investigadores que también nos capacitaron y pudimos elaborar el medicamento magistral y dispensarlo. Durante semanas si había 5 personas esperando, 4 buscaban ivermectina. Venían de toda la zona a buscar, incluso yo viajaba a Monte Hermoso y allí me encargaban. Tuve que poner una ayudante de laboratorio porque yo no podía con todo. Hoy ella trabaja con nosotros.
De manera incansable varios colegas seguían capacitándonos (de forma virtual) los fines de semana, y actualizándonos en los últimos estudios acerca del covid. La red “Magistralmente” fue algo mágico, estábamos todos conectados a el punto que un dia, por ej, un médico de San Cayetano me pregunta quién puede elaborar ibuprofeno para su familiar de Monte Grande y lo contacto gracias a el grupo y en base a nuestro mapa, con una colega de Cañuelas que se lo preparó y que era la más cerca que tenía. Así eran las vueltas y los kilómetros que recorría nuestra red, para ayudar a alguien.
Sobre fines de octubre con mi familia recibimos la noticia de que mi hermano (51 años) había dado positivo. Él vivía en Santiago del Estero, una provincia donde la estupidez y la falta de empatía de sus gobernantes había sobrepasado los límites. Más allá de la conocida historia de la nena enferma que viajo a Buenos Aires por su enfermedad y al no dejarla entrar su padre la cruza en brazos caminando. No dejaba trabajar a nadie, cerrando los pueblos, hacía que los proveedores “tiren” la mercadería en la entrada y cada dueño de comercio (el que podía abrir, solo rubro alimentos) debía ir a buscarla. En el mejor de los casos estaba sana. Mi hermano estaba muy angustiado, el transportaba materiales, pero no lo dejaban trabajar (no se podía), estaba delgado, nervioso, ya quedándose sin dinero, con el agravante que la única tarjeta que tenia se le había bloqueado y nadie se lo solucionaba y no tenía acceso a su cuenta. Por lo que tampoco podía pedir la supuesta ayuda del gobierno. Por suerte, un buen día pudo salir y se fue a Córdoba donde viven sus hijos, pero allí no estaba fácil conseguir trabajo, había logrado alguna changa, y a nosotros nos decía que estaba todo bien, que ya estaba tranquilo. Entonces se contagia, lo internan, lo medican, parecía que evolucionaba bien, cansado de estar hospitalizado pide por favor el alta. Se la dan, era joven y parecía estar bien. Pero a los 2 días tiene una recaída, hablamos, el seguía diciendo que estaba bien. Al día siguiente me dice que no lo dejan tener más el teléfono, estaba con oxígeno. Esa fue la última vez que hablamos. Hacía pocos días habían abierto las fronteras interprovinciales, pero los médicos le decían a mis padres que no tenía sentido viajar porque no se podía ver, él estaba con respirador en estado crítico y no había antibiótico que matara la bacteria que había adquirido, a pesar de agotar todas las posibilidades. El 9 de noviembre nos comunican la peor noticia, Y entonces se me acabó el mundo, El no! No podía ser! El tenía solo un año más que yo! Era mi amigo, era más que mi hermano…y entonces viajamos pero a buscar una urna, porque a todos los que morían por Covid había que cremarlos. Fue un día tan triste como los que siguieron. Y la vida sigue, pero no hay día que no piense en él.
Y a la primera ola (como le llamaban) del Covid sobrevino la segunda y la tercera, cada una venia más leve.
Para la segunda ola ya había empezado la vacunación, y otra vez un susto, mis padres se vacunan y a la semana síntomas de Covid (raro no? Casualidad?) A mi papa se le complica, Otra vez hospital colapsado, horas de cola, para que le hagan una placa de tórax, varias horas más tarde mi hermano menor logra que le den la placa borrosa, pero no se veía nada bien. Domingo, ningún médico lo atendía, yo venía en viaje. Ni bien llegue lo medique según experiencia hasta que alguien me atendiera. Me asuste, no lo vi nada bien, me asusté mucho. Logro hablar con un médico conocido a las 11 de la noche, me dice que está bien lo que le di y que lo lleve a el día siguiente a hacerse tomografía. Ese día supe que se salvó porque el tenía una hija farmacéutica y con un médico amigo, otros en su situación no tuvieron la misma suerte. Mi viejo salió a flote y a sus casi 80 años hoy goza de una salud de fierro. Y de hecho hace un año me di el lujo de acompañarlo a cruzar los Andes a caballo en una excursión inolvidable de 7 días a pura montaña y campamento.
Otros familiares míos se enfermaron, incluso mi tía con Parkinson peleo por su vida y pudo salir. Mi teléfono era un sinfín de preguntas y consejos y pedidos por WatsApp. Y a la par todos los teléfonos que tuviesen que ver con la farmacia, el fijo, el celular de la farmacia y los de mis empleadas. Los compañeros de trabajo de mi hermano y mi cuñada y amistades de mis padres.
Finalmente, en Septiembre del 2022 pude volar a Australia a ver a mi hija, felicidad total.
A todo esto yo no me podía enfermar, ah si! Tuve covid 2 veces…lo supe porque me hice análisis de anticuerpos y resulta que tenía un índice considerable, las 2 veces lo hice luego de un tiempo que una empleada lo había contraído. Tuve suerte, nunca deje de trabajar aunque cuide mucho a los míos, porque en un trabajo así era obvio que podía enfermar de manera sintomática o asintomática.
Y nuevamente post covid estuvimos presentes, Mucha gente quedo con problemas, fatiga crónica, pérdida de memoria, desgano… y es que el virus en pocos días se comía todas nuestras defensas que tanto tiempo nos cuesta acumular. Entonces aumentaron las preparaciones de complejos vitamínicos y recuperadores. También asesorábamos en base a capacitaciones.
De la pandemia me queda la admiración sobretodo por los enfermeros/as, los que más cerca estaban de los enfermos haciendo todo lo humanamente posible.
Y aunque parezcamos invisibles los farmacéuticos también estuvimos ahí…
Laura R. Martinez
Matr. Prov Nª13461
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