A veces dejo de creer.
Me fundo en el ocio.
Me hago una con el sillón.
Me desentiendo de las metas,
descreo de los objetivos
y envuelta en una manta
encarcelo mi destino.
A veces dejo de crear
porque la desesperanza ensombrece en mi interior
el espacio donde el sueño artístico nació.
Dejo de crear.
Si los extraños no me leen.
Dejo de crear porque no me lleva a dónde creo posible que llegue.
Entonces, a veces dejo de creer
Y dejo de aspirar
un lugar mejor para habitar.
No construyo, ni me motivo
para encontrar nuevos caminos.
Me entrego a la angustia existencial.
Me vence el pasado repetitivo
sospechando que siempre volverá.
Me hundo en el confort de hoy.
Me hundo e intento ignorar
lo significativo del tiempo que dejo ir,
el daño que no me deja revivir,
la lucha que postergo porque se que mañana volveré a mí.
A veces dejo de creer
A veces dejo…
porque cumplir sueños es un concepto ajeno
cuando los dolores usurpan mi cuerpo.
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