***…–¡¡¡ Alégrate, siempre en el Señor !!!, que no te envuelva la amargura ni la oscuridad, fija tu corazón en la figura de la divina sustancia, transfórmate toda entera, por la contemplación, en la imagen de su divinidad, para que también tú, sientas lo que sienten los amigos cuando gustan la dulzura escondida que el mismo Dios ha reservado desde el principio para quienes lo aman (1 Cor 2,9) Y dejando absolutamente de lado a todo aquello que, en este mundo falaz e inestable, seducen a sus ciegos amantes, ama totalmente a «Aquel » que por tu amor se entregó todo entero (Gál 2,20), cuya hermosura admiran el sol y la luna, cuya recompensa y su precio y grandeza no tienen límite, hablo de aquel Hijo del Altísimo a quien la Virgen dio a luz, y después de cuyo parto permaneció Virgen… ¡¡¡ Adhiérete !!!, a su Madre dulcísima, que engendró tal Hijo, a quien los cielos no podían contener. (1Re.8,27).(Santa Clara)..–***

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