Es natural querer agradar a los demás.

Todos queremos sentirnos parte de algo y dentro de nuestro corazón llevamos el anhelo de ser apreciados genuinamente por otros. Esa es la razón por la que muchas veces actuamos en pos de agradar a otros, de ser una persona con la que se sientan a gusto y feliz. Sobre todo si esa persona es alguien realmente amado o amada  por nosotros, no escatimaremos en pagar el precio por hacer que esa persona se sienta amada y valorada. No obstante, si lo llevas demasiado lejos puedes terminar olvidándote de ti mismo y allí es donde todo tipo de relación se daña.

Amar a alguien, querer ser parte de algo, no implica olvidarse de uno mismo. Esta bien querer eso y luchar por ello, lo que no está bien, es contenerte en todo para poder ser parte de ello o ser amado por alguien. A menudo la soledad y la ansiedad mienten creando una extraña burbuja en nuestra mente en la que pasean pensamientos equivocados como: «debo comportarme de esta manera para ser aceptado» o «si soy yo mismo no me querrán» Cuando la realidad es todo lo contrario, es precisamente ser tú mismo lo que traerá a las personas correctas a estar contigo.

No puedes ir por la vida conteniendo tus emociones, tus reacciones, tu forma de ser,  incluso, tu forma de sentir únicamente porque a otras personas no les agrade. Ese tipo de inhibiciones terminará matando tu propia luz. «No te contengas más por nadie» no confundas ser tolerante con soportar que machaquen tu espíritu y corazón. 

Sé asertivo en tu relaciones con otros, ya sean familiares, de amistad, de pareja, o laborales. Expresa tu sentir apropiadamente  y no finjas que nada te importa cuando la verdad es que te importa más de lo que quisieras. Expresar tu sentir jamás arruinará una relación real y genuina.

Las personas tienen toda clase de ángulos. El punto no es intentar ocultar todo lo malo sino por el contrario, mostrar esa mezcla extraordinaria entre lo bueno y lo malo que todo somos. Nunca seremos completamente buenos, porque ese tipo de cualidades siempre están inclinadas a la perspectiva de quien lo ve, lo importante en todo caso es que te mantengas fiel a ti mismo sin perder el respeto por aquellos que están a tu alrededor.

«Hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer- le dijo un maestro a su discípulo, al que le aterraba ofender a alguien. Y ¿Cuál es?- preguntó el discípulo. – Agradar a todo el mundo- dijo el maestro. 

Recuerda, esta bien agradar a otros, pero no te olvides de ti mismo en el proceso.