No necesito el paraiso con la mirada de mi madre, me basta para entender de que está hecho el cielo. No hace falta caminar mucho sino lo necesario para llegar a tu mundo. Con dos pasos llegó a lo que más necesito, tu corazón y una rebanada de pan con café en las mañanas. Yo no digo adiós sino hasta siempre, por qué pronto nos veremos después de la muerte. Si este mundo nos toca, no hace falta cambiarlo sino aprender amarlo. Pues dejamos semillas en el viento como caricias que se vuelven recuerdos. Hay que amar lo que tenemos y no envidiar a lo que no pertenecemos. La vida es una ruleta y al final de ella no sabemos dónde pararemos. Voy viajar contigo para ver de qué estamos hechos, para que soñar si la vida es un breve sueño.
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