Había una vez, en los tiempos donde todo se mantenía en paz y tranquilidad, existía un pavo real como cualquier otro junto con sus amigos pavos. Desde pequeño, no se fijaba quien era más que los demás, solo le importaba vivir el presente y jugar con sus otros amigos pavos en medio del bosque.

Un día, al darse cuenta que sus plumas brillaban a la luz del Sol se comenzó a acicalar. Una por una sus plumas brillaban, aún más que el de los demás pavos. Después de quedar encantado por sus plumas, ya no le llamaba la atención jugar con los otros pavos, prefería pasarse todo el día limpiando sus plumas y evitando ser ensuciadas por alguien más.

En uno de esos días, el pavo comenzó a limpiarse las plumas como ya era de costumbre, pero al ver que no estaban tan sucias, su gran actividad matutina había terminado muy pronto de lo normal, así que al ver que no tenía nada más que hacer, se sacudió y estiró todas sus plumas para que fueran exhibidas ante los otros pavos.

Nadie había visto un plumaje tan brillante y majestuoso como el de este pavo. Al ver que todos se maravillaban, mantenía más erguido su cuello y su pecho más a flote que nunca, presumiéndose aún más.

Los otros pavos, se mantenían felices de tener un amigo tan elegante. Pero este, se fijó que nadie lo igualaba y mucho menos lo superaba. Miraba y trataba a todos los pavos con desprecio. Esto hizo que uno a uno los pavos se fueran de su lado y no quisieran ya ser sus amigos, cada quien seguía su vida haciendo de cuenta que este pavo orgulloso no existía.

A la mañana siguiente, el pavo real después de haberse limpiado todas sus plumas como acostumbraba hacerlo, comenzó a estirarlas para que todos los demás pavos se maravillaran al verlo. Pero esta vez nadie lo volteó a ver. Esto lo entristeció un poco, y con sus plumas agachadas se fue hacía un lago. Tomó un poco de agua, y después de calmarse el agua, observó su reflejo, y aunque ya era grande y esbelto, deseaba ya no ser más elegante que los demás.

Un cisne que se encontraba flotando sobre el lago, observo que estaba muy triste el pavo real en la orilla y le preguntó.

-¿Qué le sucede, porque esta triste amigo pavo?

-No me diga amigo.- dijo el pavo secándose sus lágrimas.

-Está bien- dijo el cisne y prosiguió- pero ¿podría saber porque se encuentra en estos lugares tan solo?

Lo que el pavo real le respondió.

-Creo que tú lo puedes entender, ya que veo que también estas solo.

-A que te refieres- le dijo el cisne.

-Tu y yo somos esbeltos y elegantes- dijo el pavo y continuó- y no me es de extrañar que al igual que a mí, ya no andas con los de tu misma especie, porque no son igual de elegantes a ti.

-Te equivocas en lo que me comentas- dijo el cisne.

De inmediato cinco cisnes más llegaron volando y aterrizaron en el lago. Los cinco cisnes eran igual de elegantes al primero.

-Como vez todos somos iguales y ninguno de nosotros nos creemos más que los demás- dijo el primer cisne.

-Y así todos vivimos felices y alegres como comunidad- continuo el cisne.

Si quieres vivir feliz- prosiguió el cisne- debes de enseñarle a los demás a ser igual de elegantes a ti, y nunca presumir ser más que ellos. Así todos serán hermosos y te van a querer más como su amigo.

Acto seguido, los cisnes dieron vuelta y emprendieron vuelo todos juntos.

El pavo real al darse cuenta de su gran error, se marchó en dirección hacia los demás pavos. Se acercó uno a uno para pedirle perdón por su orgullo y también enseñarles como acicalarse y verse igual de elegantes a él. Los pavos al ver que lo decía con toda sinceridad, lo recibieron con sus alas abiertas. Y así, al ser compartido el secreto de su belleza, el pavo real volvió a toda su comunidad, los animales más lindos del bosque. Pero también resaltando su gran humildad que los caracterizaba. Viviendo felices y en armonía por siempre.

FIN.

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