Sentado en la mesa, jugando al amor, callar es la carta predilecta que siempre decido usar, aun teniendo tanto que decir, tantas otras cartas que elegir. Ahogado en el silencio y en el dolor, el abandono se hace presente en mis pensamientos y la Soledad me invita una copa

Copa de dolor, copa de amargura, rebosando de lágrimas que de los ojos nunca brotaron, pero lloradas por el corazón. Desafortunado soy, que desdichado fui, pues, pudiendo rechazar su oferta he aceptado el trago, y ahora adicto a su amarga compañía he quedado. Y en tono triste, a la Soledad sobre ella le he comento:

“Sus recuerdos son cada vez menos efímeros y constantes, extrañarle siempre está presente.

Forzado a abortar todo sentimiento y accionar amoroso, aún antes de concebir, veo como cada uno de ellos es succionado por un infinito agujero negro que crece y crece, alargando la distancia entre nuestras almas.

Escribo para mí, pero ella es la motivación, aunque ya no sean palabras bonitas, su imagen es la que tengo presente. Ideas desordenadas, frases inconsecuentes, sin sentido aparente, pero con origen preciso.

Ella afirma que no te la he perdido, quizás tampoco me perdiera a mí, sin embargo, me voy perdiendo a mí mismo, en la melancolía de extrañarle. Sí, quizás fui el magnífico pensante de «una palabra no define nuestro afecto, nuestra relación» pero, a pesar de ser ferviente creyente del concepto teórico, la práctica no se dio de igual modo, puesto que, sufro en carne propia cada uno de los cambios de actitudes, pensamientos y acciones que rodeaban la palabra -novios-. Y si bien es cierto que un título no cambiaría nada, no logro entender por qué lo cambiamos.

-Todo cambia, nada es para siempre- es una verdad inconmovible, ley natural, sin embargo, nunca quise que se aplicara a nuestra relación, vivía en el presente soñando ser eternos, pero veo que no. No sé qué augura el futuro para ambos, solo sé que el presente está manchando mi corazón de dolor, y hay algo que si será igual para siempre y nunca cambiara, que es nuestro pasado, allí será eterna, siempre para mí, siempre estará y decido recordar todo lo maravilloso.

Poco a poco nos hemos distanciado, tres metros sobre el cielo nos queda cortos para lo separados que estamos. Un día más que no te hablo, un día más que muere algo en mí, mueren las ganas de estar ella, mueren de sufrimiento porque alguien le impide satisfacerse.

Fui adicto a ella, y día a día me fue quitando las dosis de sí, menos tiempo, menos tacto, menos charla, sin embargo, pensarle ha sido mi soporte, mi escape recurrente, mi adicción más fuerte y que crece y crece fortalecida, porque, aunque las acciones nos divorcien, mis pensamientos me acercan más. Mi primer amor, mi primer enamoramiento, mi primera ilusión, y mi primer abandono. Me uno al club de los que profesan que el amor duele y sí, estoy enamorado de ti y esta vez, duele.”

Luego de escucharme, la Soledad también corrió por la compañía de alguien más…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS