Entonces, un dia la vida fue pasando… no habia que pensar en nada más que lo que uno sentia, el tiempo se llevaba por delante todo a su paso, era momento de solamente sentir.
Sentir no era unicamente, sentarse a observar para después poder elogiar o desprestigiar lo que uno contemplaba, era algo más, era aquello que en el fondo te nutria o te deshacía, aquello que a veces no le prestamos atención pero sigue estando ahi, el amor, la tristeza, la felicidad, el enojo, y demás sentimientos que uno pocas veces se pone a contemplar, pero ahi están, llegan y se van.
El tiempo se mete en el cuerpo, en el pensamiento, sin siquiera darnos oportunidad de que lo veamos, sin pedir permiso, es el famoso «vaya y pase» que tanto desespera. Uno puede pelearlo, en vano, o aliarse aun sabiendo que al fin y al cabo nos traiciona y se quede con todo.
No conozco arma tan poderosa mas que el tiempo, por eso es tan complejo y dificil tomarle y empuñarle para que dispare al frente nuestro sin dejar alguna herida en nuestras manos.
Quizas el tiempo tenga la razón, seria mas facil dejarle que consiga todo lo que quiere si al final siempre va a ser victorioso, o disfrutarlo a la par nuestra, subirnos a sus espaldas y entonces disfrutar de una carrera corta repleta de cosas hermosa. No funciona forzando las cosas, funciona comprendiendo y disfrutando de estos cien metros mano a mano con nuestro amigo y enemigo el tiempo…
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