Era de noche, estaba lloviendo, ya casi no había tránsito, ni vehicular ni peatonal; las luces junto a los grandes edificios daban un gran espectáculo para los ojos de cualquier persona; podría ser el momento para que alguien se declarara, para celebrar un aniversario, para dar a luz a un niño o para alguna otra ocasión especial.
Sin embargo…
– ¡Maldición!. ¡Siempre quieres hacer todo a tu manera, siempre quieres que tus historias salgan antes que las mías, quieres que todo lo que hacemos se moldee a tu puto antojo! – dijo Benito enardecido por no quedar entre los tres primeros puestos del concurso.
-Apenas hace dos años hemos salido de la escuela y recién se te da por soltar lo que en verdad piensas de mí- respondió Louis ante el ofensivo comentario, a la vez que se acercaba lentamente hacia Benito.
– ¡NO ME JODAS!- Benito dio un gran empujón, el cual hizo retroceder unos pasos a Louis- Desde la escuela siempre has sido así, pensé que tus historias eran buenas porque siempre ganabas todos los premios… pensé mal; al principio todo lo hacíamos juntos, los profesores siempre nos felicitaban, nuestros amigos nos aplaudían. Decían que nuestras películas eran las mejores.
-… – Louis simplemente miraba, como si todo lo que digo Benito tuviera una explicación para él, la cual no podía salir de su boca.
– Pero desde quinto empezaste a cambiar, faltabas constantemente a las grabaciones, ponías excusas falsas y estúpidas; todo el trabajo me lo dejabas a mí pero tú siempre te llevabas los aplausos. Y cuando por arte de magia venías, casi siempre te ibas a la media hora y decías que tenías algo importante que hacer. Que nunca se…
– Tengo cáncer.
Ese día llovió.
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