El tiempo pasa y todo lo que inicia tiene que acabar de algún modo.
Unos surgen y otros caen, es la triste realidad a la que estamos encadenados a lo largo de nuestras vidas.
Los videojuegos siempre han sido una parte importante de mi vida desde que obtuve mi primera consola a los 7 años de mi vida.
Alegría, emoción, curiosidad, frustración y a veces enojo era lo que sentía conmigo mismo por no poder ganar en algún juego, pero… ante todas esas emociones siempre se alzaba en alto la “perseverancia”.
“Yo puedo, yo puedo” era lo que me decía cada vez que estaba en la recta final de una carrera, o me enfrentaba al jefe final en una maravillosa historia.
Mi corazón empezaba a latir con más fuerza, mi agarre en el control era más firme, la destreza de mis dedos aumentaba conforme más lo intentaba, y mi vista así como mis instintos se enfocaban en los minuciosos movimientos del contrincante para defenderme, esquivar, o atacar.
Y así llegaba, poco a poco, lentamente, pero sin detenerse el momento en el que me levantaba como el ganador….
Ya sea para salvar a un ser querido, para salvar al mundo, o algún otro objetivo heroico, la dicha que sentíamos después de una victoria muy apretada y a la que veíamos en ratos imposible, era tan magnifica….
Yo lo sé, objetivamente no ganábamos mucho, o nada en realidad, pero subjetivamente nos demostrábamos a nosotros mismos que nada era imposible de lograr, mientras lo sigas intentando sin rendirte, todo… simplemente caerá a tu paso y nadie podrá parar tu avance.
Los días pasan, y los años junto a ellos, todos crecemos en algún momento y con nosotros nuestras responsabilidades, escuela, disciplinas, relaciones, trabajo…, no podemos ser niños por siempre y pasar jugando por horas como antes, pero siempre recordaré aquellos días en los que a veces era un soldado intentando terminar una guerra, un padre salvando a su hija, una vikinga tratando de liberar el alma de su amado, un guerrero salvando al mundo, un estratega, un piloto de autos, un ninja, un minero, un cocinero y así con muchos otros magníficos personajes, en magníficas historias.
Recuerdo cuando me di cuenta de que mis reflejos y decisiones dejaron de ser las mismas, y empezaban a empeorar, sentí una gran frustración conmigo mismo.
No soy de los que lloran fácilmente, pero cuando supe que ya no era tan veloz, precisó, y mis deducciones no acertaban, yo me derrumbé.
Empezaba a fallar en algo que a mi me gustaba y apasionaba desde niño.
Ya sea por mi propia habilidad, por que las nuevas generaciones son mejores, o por qué ya no dispongo del mismo tiempo que antes por mis responsabilidades, me doy cuenta…, de que ahora solo soy un fragmento de lo que alguna vez fui.
Ahora soy bueno en algunas otras cosas, pero mi habilidad para otras está cayendo y los videojuegos es una de ellas.
OPINIONES Y COMENTARIOS