Poco a poco fui armándome, amándome. Esperando mucho de mí , poco de los demás. Dejé de añorar caricias, abrazos, besos. Supongo que ya no hay vacío que cubrir con ninguna necesidad. La palabra soledad de repente cobra otro sentido. No encuentro negativo algo que me hace sentir tan bien. No entiendo porqué la gente lo relaciona con el frío o pueden decir que si no amas a alguien es porque estás vacío. Que bonito es dejar de buscar quién te complete cuando comprendes que uno mismo ya lo es todo. Y tu perspectiva del amor se enfoca en muchas cosas que antes tu vista no alcanzaba o la ceguera de la ignorancia lo escondía. Yo me enamoro cada día de la risa de un niño por la calle, del brillo de la mirada de un anciano que carga con una vida llena de maravillosos recuerdos. Se me pone la piel de gallina cuando veo a un sin techo sonreír de una manera, que ni los que tienen todo saben hacerlo. Se me contagia la felicidad del que va cantando por la calle, del que baila sin importarle quién le esté mirando. El corazón me late fuerte cuando veo a alguien que ayuda a alguien más. Cuando contemplo un atardecer teñido de miles de colores creando una obra de arte que nadie puede replicar. No sé si es preocupante o gratificante el encontrar amor en todos los lugares pero en ninguna persona. Emprender este camino es descubrir vivir con sentido, vivir desde el alma, desde el corazón. He creado un mundo tan bonito en mi interior que siento miedo de que alguien lo descubra. No es miedo a que me hagan daño sino a regalarle a alguien que no se merezca lo mejor de mi.
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