…
¿irías conmigo por la luz encendida?
Te lo digo por la presencia que tengo en ti
por el filo del retrato que se arma cuando te escribo
y por el color
anaranjado que toma el cielo cuando te pienso.
¿Tú?
No estoy tan seguro de ello ahora.
Hasta ayer
hasta mi vértebra si
hasta mi hueso pálido en el día de reyes si
hasta la flor amplísima del martes si, pero hoy
hoy no sé
hay tanto espacio y no cabemos
pero no hay forma de estar
ya nos desquisimos como quien si quiere
nos amamos como quién se ama a propósito
y te quise como quien desea ser el primero
Oye, no vayamos a morirnos sin antes
renunciar a otro
no vaya a ser que después de la muerte nos queramos más
con debido respeto
y sin razón alguna por alguna que otra isla;
por ello hay que despedirnos
hasta los barcos
lamernos hasta las pestañas
colocarnos cómo bestias uno encima del otro
y despedirnos.
No vaya a ser que después de muertos
vayamos a querernos más
y nos hagamos más daño del que ya nos hemos hecho
y ahí muertos
nos muramos más: tu con tu mano de violeta fragante
y yo con mi noche de sollozos amarillos.
Ahora tu presencia es triste
Algo indispensable y sonora
Algo contraríada y caliente
Algo desafiante para la ley del árbol.
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