Vengo huyendo de esas noches estrelladas.
Brillo de un solo instante, el futuro ya ha pasado
y el presente moribundo,
sin detenerse se queda,
agoniza intransigente, casi muerto,
repleto de soles mudos.
Mis preguntas ya no caben en esta obsoleta existencia,
de simples ciclos de energías encubiertos,
que de momento aciertan.
Va colgando tras la vida, las preguntas, como latas
bien vaciadas de conserva,
colgando de un coche ajeno, que llevan recién casados,
después de un pacto jurado, en noches de vestimentas.
El destino que va por fuera de la muerte,
también muere,
va encriptado al ras de nuestro cuerpo,
ahora se puede tocar,
ver, y adivinar por un tiempo relativo.
Pero cuando termine y me vaya
a ese lugar deparado
por todos los Dioses neutros,
nebulosas estropeadas o agujeros negros,
llevaré algo conmigo de este efímero finito,
que no pueda ser borrado de este, mi androidado cerebro
que nos vaya recordando,
que en un sencillo segundo,
estuvimos por aquí,
cerca, una estrella dorada,
flotando un planeta azul,
en un flash del Universo.
OPINIONES Y COMENTARIOS