Hoy he vuelto a soñar contigo. Es algo bastante cotidiano desde que te fuiste, pero este sueño ha sido completamente diferente a los demás. Revelador incluso. En este caso habíamos quedado y estaba tan emocionada como en esa primera cita a los 15 años. Qué extraños son mis sueños…
Te veo aparecer caminando tranquilo hacia la terraza del Tommy Mel’s. Extraño lugar para quedar, ¿no crees?
Me haces un gesto con la cabeza indicándome hacia dónde te diriges, yo me levanto decidida a seguirte, pero en ese momento alguien me asalta de repente y no puedo zafarme. Tiene argumentos de peso que me obligan a atender su conversación. Entiendo a medias lo que me dice, puesto que mi mente sólo puede pensar en que te he perdido de vista, no sé dónde te has sentado y no quiero hacerte esperar.
Al terminar la dichosa conversación me doy cuenta de que ya no estoy cerca del Tommy Mel’s sino en la otra punta y el centro comercial está saturado, las escaleras mecánicas colapsadas y yo necesito subir tres plantas como sea. La ansiedad y el miedo de pensar que te hayas marchado me invaden… Pero por fin me encuentro ante la puerta abarrotada de ese horrible restaurante. Estiro mi cuello en busca de tu cara entre todas las demás, miro a un lado y al otro, pero hay tantísima gente que todo se convierte en un mar de caras y mi ansiedad aumenta por segundos. ¿Te habrás marchado?
Una especie de metre muy educado, al ver mi cara de desesperación me pregunta si tengo reserva, yo le respondo que sí y no, que mi novio me espera en la terraza desde hace rato y él, amablemente, me permite el acceso al local. Emprendo mi búsqueda. Miro por cada rincón y no te veo, no estás. No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde que llegaste, pero sé que ha sido demasiado. Recorro el local de esquina a esquina, la gente me mira y sé porqué. Mi cara de desesperación debe ser el tema de conversación de todos los comensales… pero a mi me resbala, sólo puedo pensar en encontrar tus ojos entre tantas miradas extrañas, pero nada, no los encuentro. ¡No te encuentro! He intentado llegar hasta tí tan deprisa como he podido, pero no ha sido suficiente y he llegado tarde, tan tarde que ya no estás en el Tommy Mel’s.
¿Mi novio me esperaba? ¿Un metre en el Tommy Mel’s? Y esa estúpida que no paraba de hablarme de trabajo, infografías y colores ¿quién era? Ni siquiera tenía cara, sólo recuerdo una figura que se me antoja rubia y con voz estridente. Por no hablar de que parecíamos vivir en un pasado no muy lejano en el que aún no existía WhatsApp y mi móvil estaba perpétuamente sin saldo. Y creo que nuestra relación para mí fue más o menos como ese sueño. La sensación constante de no llegar, de no estar a la altura. El miedo al abandono y la necesidad de encontrar esa mirada familiar y tierna… unos brazos cálidos que me sacudan el miedo y reconforten mi alma.
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