Cual augurio en sueños nos veo en llamas, las quemaduras de la culpa y la inocencia que derrama nuestro obrar se desbordan en lágrimas. El tronar de cada mañana, la cólera y la vehemencia se sientan a los pies de mi cama. Ahogado te siento, de espaldas mirando un monitor con los ojos vacíos y el pecho entrelazado con mi cuerpo. Con la arrogancia de un rey muerto, abrazo lo que queda de ti y pienso a mis adentros «Este momento es lo único que me queda, en este mar de miedo en donde mi humanidad choca con la euforia, siento que estoy desapareciendo. No me queda nada mas, soy lo que existe en estos escasos segundos». Volviste la vista hacía mi y te amé con la poca cordura que me quedaba, la misma ausencia que nos encontró terminó por quemar los restos de mi deseo. Eme aquí, burlando el presente a la espera de quien inmole su alma por mí, y así por fin, enterrar junto a ti, este puñado de cenizas que carga mí inconsciente.

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