El proceso de subjetivación de una mamá feminista

El proceso de subjetivación de una mamá feminista

“Amo mi maternidad porque me hizo florecer, a través de ser madre aprendí a amarme más, a revalorizar mi vida y a emprender el camino de la liberación. Disfrutar de mi vida como me plazca y decidir sobre mi cuerpo es un proceso de subjetivación política que el feminismo me ha permitido experimentar atravesando e interiorizando mi maternidad desde otros horizontes.” 

Monse Ramírez

Desde que me convertí en madre no he contado con el apoyo del padre de mi hijo, por lo que está situación nos pone en vulnerabilidad y nos violenta económica, psicológica, emocional y moralmente. Por lo que siempre he estado consciente que estoy en una posición en desventaja social, política y cultural.

Aun así, en contra de los mandatos patriarcales acerca de la maternidad he encontrado poder y resistencia en los feminismos, en mis redes de apoyo y en mi familia. Por esta razón es de vital importancia para mí, compartirles mi experiencia para que cada unx de ustedes pueda sentirse libre de recuperar mis saberes de forma que les ayude a posicionarse frente a un mundo tan desigual y violento. Y que esta postura que vayan formando en sus personalidades y en sus vidas les soporte siempre en la lucha por su identidad y sus procesos subjetivos.

En este sentido quiero aclarar que mi análisis se desarrolla a partir de un discurso feminista que es polifónico y que de ahí nace su riqueza y autenticidad, leer y escuchar a tantas voces feministas me ha ayudado a comprender mejor y de diversas maneras las formas en cómo nos relacionamos con la vida y sus cuidados. 

Para mí, tener un hijo es una decisión consciente llena de amor y valentía, una decisión que conlleva una relación de cuidados y la reproducción de la vida que en mi caso es mi punto de partida para revalorizarme como madre porque a través de la crianza feminista logro encontrar los caminos que me llevan hacía la transformación de las prácticas patriarcales por prácticas feministas, que me permitan relacionarme conmigo misma desde la afirmación de que las mujeres cuidamos y sostenemos al mundo.

“A través del lenguaje y la activación de la memoria por la potencia del recuerdo compartido que se reactualiza en la conversación, no sólo se recupera la experiencia de luchas anteriores, sino que se regeneran sentidos compartidos que, justamente, al “hacer sentido” permiten que la experiencia singular se entrelace con la de las demás, contribuyendo a la organización de la experiencia común. En realidad, mediante la palabra compartida que se ilumina a través del recuerdo es como la experiencia de lo hecho logra “auto organizarse “como experiencia común. De ahí la importancia decisiva del lenguaje en la creación y la regeneración de vínculos.” (Gutiérrez:2020,62)

Mi sueño era estudiar mi carrera en una universidad pública, y cuando logre hacerlo, jamás me hubiese imaginado que sería con un bebé en brazos, aun así, desde ese momento asimile que tener un hijo no es el fin de tu carrera profesional o de tu vida personal. Por el contrario, comenzaba una de las épocas más fructíferas de mi existencia, pues no sólo nació un bebé, también nació una madre, que aún con el corazón roto, lleno de miedo e incertidumbre se atreve a luchar por su familia y a partir de las experiencias dolorosas, toma coraje y energía para maternar y seguir luchando por sus sueños.

“No es fácil nombrar nuestro dolor, teorizar desde ese lugar. Estoy agradecida de todas las mujeres y hombres que se atreven a crear teoría desde el lugar del dolor y la lucha, que valerosamente exponen sus heridas y nos dan su experiencia para enseñarnos y guiarnos, como medio de trazar nuevos tramos teóricos. Sus trabajos son liberadores. No sólo nos permiten recordar y recuperarnos a nosotros mismos, nos cargan y nos desafían a renovar nuestro compromiso hacia una lucha feminista activa e inclusiva. Como pensadoras teóricas feministas, estoy agradecida de que buscamos colectivamente las maneras para que este movimiento se haga realidad.” (hooks:2019,13)

Y fue así como mi acercamiento con la Sociología me encamino para sanar varias heridas emocionales y también desaprender todo lo relacionado con la maternidad, porque abrir las ciencias sociales implica dudar hasta de ti mismo y en este sentido desde mi experiencia me di cuenta de que era mi propio objeto de estudio y que sería un reto intelectual y personal escribir sobre un fenómeno que me atraviesa a diario, pero fue justo esta oportunidad académica, la que me permitió abrir camino hacia mi sanación y mi interiorización de la teoría feminista. En este sentido me siento identificada con bell hooks quién fue una pionera en decir que la teorización sana y libera.

“Crecer en la  niñez sin un sentido de hogar me hizo encontrar un santuario en la “teorización”, en dotar de sentido a lo que ocurría. Encontré un lugar donde podía imaginar futuros posibles, un lugar donde trabajaba para explicar el dolor y hacerlo desaparecer. Fundamentalmente, lo que aprendí de esta experiencia es que la teoría puede ser un lugar de sanación. (hooks:2019,124)”

Desde este lugar de sanación también ocurrían cambios mentales profundos y críticos, sobre cómo estaba viviendo mi vida, la educación y crianza de mi hijo, y finalmente en quién me estaba convirtiendo, entonces estaba reconociéndome desde los feminismos y la sociología, mezcla bendita que alivio mi mente y mi corazón, y por primera vez estaban conectados en sincronía. Disfrute mi etapa universitaria de formas que jamás había imaginado, mis compxs y yo formaríamos una colectiva feminista llamada “El Enjambre Feminista”, como una propuesta urgente para tratar temas de acoso sexual dentro de los espacios académicos y en general de la violencia en contra de las mujeres.

“Las recientes movilizaciones feministas en América Latina y otras partes del mundo amarran dos ámbitos de la política feminista que en cierto modo se habían disociado: la lucha contra la explotación y la lucha contra la violencia. “Si nuestra vida no vale, produzcan sin nosotras” fue el acertado lema que nos convocó a parar contra la Impunidad (Vega:2021,81)

Realizamos diversas actividades como: tendederos, mercaditas, batucadas feministas y asambleas estudiantiles en donde tratábamos estos temas con toda la comunidad, en una de las asambleas, a uno de los profesores más misóginos y corruptos de la facultad, se le ocurrió interrumpirnos con comentarios fuera de lugar y a la defensiva entonces se armó un zafarrancho total porque repudiamos su acto y se lo hicimos saber.

El profesor no daba tregua entonces, el escenario ya era decisivo, tomamos la facultad para irnos a paro, porque para ese momento ya habíamos realizado varias marchas por nuestras compañeras víctimas de feminicidio y por la inseguridad estudiantil en Ciudad Universitaria.

Así que un profesor quisiera venir a decirnos que hacer y cómo hacerlo, aun cuando con todas nuestras intervenciones, las autoridades universitarias no habían hecho absolutamente nada. Entonces el paro estudiantil era un hecho, los administrativos y directivos se rehusaban a abandonar el edificio, pero la voz de los estudiantes exigía que se fueran, que no nos iríamos a ningún lado hasta que ellos abandonaran la facultad. 

Y así fue, tardaron en salir, pero salieron en fila con sus cosas, en medio de miles de protestas en contra de su ineptitud para resolver el tema de violencia en contra de las mujeres.

“Verónica Gago y Natalia Fontana (2017) reflexionaban sobre ello desde Argentina: El paro nos permitió convocar desde otro lugar, un lugar de rabia y enojo sin duda, pero politizando también lo que se venía trabajando ya en muchos lugares, a saber: la cuestión de la producción y reproducción de la vida. Parar es cuestionar y bloquear la forma de producir y reproducir la vida en las casas, en los territorios, en los trabajos. Y es conectar la violencia contra las mujeres con una politicidad específica de las formas de explotación actuales sobre la producción y reproducción de la vida, La huelga era la clave que nos permitió unir las dos cosas.” (Vega:2021,82)

El ser parte de esta lucha colectiva y feminista me hizo ser más sensible frente a la violencia y a las injusticias , y a oponerme a seguir reproduciendo prácticas culturales que reniegan a las mujeres del ámbito público , porque en este caso las mujeres fuimos quienes comenzamos a tratar temas supuestamente de orden “privado” en un espacio público, y que la comunidad estudiantil nos apoyará de esa manera, defendiendo la dignidad y seguridad de todxs, fue algo que jamás voy a olvidar y que me marco para siempre.

“No podremos construir una sociedad alternativa y un movimiento fuerte capaz de reproducirse a no ser que redefinamos nuestra reproducción en términos más cooperativos y pongamos punto y final a la separación entre lo personal y lo político, entre el activismo político y la reproducción de nuestra vida cotidiana” (Federici,2019:110)

Con el paro estudiantil pudimos hacer activismo político, asesorando a las compxs que querían denunciar algún abuso, convocando a más asambleas para escucharnos y saber lo que pensábamos respecto a la organización del paro que duro aproximadamente un mes, y gracias a estas acciones se pudo para pedir la destitución de maestros acosadores y dar seguimiento y acompañamiento a las demandas, A partir de esta serie de hechos, hubo una polarización de la comunidad estudiantil entre los que apoyábamos el paro y los que no justificándose con que no eran víctimas de esta violencia o consideraban muy “violentas” y “chairas” las formas de exigir justicia. Pero logramos demostrarnos que juntxs somos más fuertes, más valientes, más empáticos, el paro estudiantil fue un hecho fundamental para que se formara una identidad colectiva a través de las prácticas feministas, lo que nos permitió reivindicar el discurso feminista, como un una vía y un recurso para experimentar justicia social.

“Para nosotras la política feminista es una política que pone en el centro la vida y su sostenimiento y para ello es necesario revalorizar las tramas ya existentes y recrearlas allí donde habían sido profundamente dañadas. Allí donde nos siguen vendiendo la idea del individuo como máxima aspiración y como fantasía de independencia y omnipotencia, nosotras contestamos creando tramas, afirmando que todxs precisamos de ser cuidadxs y cuidar, diciendo que la vida sólo es posible y vivible junto a otros, y que elegimos habitar la tensión de una autonomía interdependiente” (Hernando, 2017; Pérez Orozco,2014)

Ser parte de este movimiento me libero en muchos aspectos de mi vida y me ayudo a reafirmar mi postura política al maternar , me propuse enseñarle a mi hijo a luchar siempre por su bienestar, que nunca se quede callado frente a la injusticia social, que siempre que pueda ayudar a alguien , lo haga. Estoy enseñándole todo lo que me hubiera gustado aprender para sentirme libre, acompañada y feliz. Ahora en compañía de mi hijo sigo luchando a diario contra los prejuicios morales de maternar sola y de ser una mamá feminista, luchando contra el fantasma de su padre ausente, contra la herida emocional que le causa a mi hijo saber que su engendrador no quiere paternarlo, eso también es violencia.

Por esta violencia que se expande y no se limita, quiero que aprenda prácticas y discursos feministas que le transmitan el amor propio como una postura política en donde él es su principal cuidador, que esta relación de cuidados, sea intervenida desde la lógica de que los infantes también están luchando por su identidad y que sus procesos subjetivos a veces son demasiado dolorosos, pero que sepan que las madres siempre tendremos bálsamos para el corazón y la mente y que nuestras luchas nos permiten generar otro tipo de vínculos con nuestros hijxs.

“La recreación de tramas comunitarias, en nuestro caso urbano- populares, es una apuesta por crear aquí y ahora vínculos que nos sostengan cotidianamente en lo material y afectivo. Tramas donde producimos común, en medio de la precariedad y la violencia, tramar como modo de vivir y como modo de autodefensa feminista.” (Menendez:2021,21)

El reconocerme , como madre feminista y trabajadora es esencial para que pueda experimentar justicia social en mi vida personal y pública, esto implica una lucha colectiva por alcanzar la igualdad política, económica y cultural de las mujeres que construimos un mundo diferente para nuestros hijxs, personalidades y subjetividades que están experimentando otras formas de procesos de subjetivación derivado de las luchas feministas que permiten emprender el camino hacia la conciencia de clase y la emancipación que son necesarias para lograr una transformación profunda en las codificaciones materiales y culturales del sistema capitalista y patriarcal , con el fin de terminar con la dominación y el control de los cuerpos “dóciles” que el sistema necesita para la reproducción de clases sociales diferenciadas y fragmentadas.

BIBLIOGRAFÍA

-Gutiérrez Aguilar, et.al (2021) La vida en el centro: feminismos, reproducción y tramas comunitarias, México, Bajo Tierra ediciones.

-hooks, bell, (2019), La teoría como práctica liberadora. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105163346009

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