Hoy, tengo ganas de llorar…

Hoy, tengo ganas de llorar…

Hoy, tengo ganas de llorar…

Y créeme que lo hice, me lo permití de nuevo, después de mucho tiempo.

Pero, dejame que te cuente que pasó. Te extrañé, eso me pasó.

No extrañé lo nuestro, no extrañé momentos, ni recuerdos, ni nada de lo lindo que vivimos. Te extrañé a vos, a la mujer, al ser humano. Extrañé cada una de las letras con las que se escribe tu nombre en mi memoria, extrañé tu esencia, tu energía, esa luz invisible que ilumina todo cuando nada brilla.

Me encontré pensando en vos y sintiendo que a lo lejos, se te extraña más todavía. Cerré los ojos queriendo verte como hace tiempo quiero hacerlo, me abracé yo solo queriendo inventar tus brazos alrededor de los míos, guardé silencio para escuchar tu voz diciéndome nada. Cerré los ojos esperando que vinieras, pero no viniste.

Los abrí de nuevo y lo que sentí fue frío, entendí que estaba vacío pero no de tu presencia… de la mía. Las gotas de rocío que brotan desde el alma, asomaron en mis ojos buscando gravedad de caída, y aunque la metáfora sea chica para tanto sentimiento escrito, dejame que mejor te la explique. Se me llenaron los ojos de lágrimas, con la mirada perdida en tu ausencia infinita, y entonces dije con voz de susurro alicaído, hoy tengo ganas de llorar… y lo hice.

¿Sabes una cosa? No te suelto con recuerdos, no te suelto con olvido, tampoco dejo en manos del tiempo las cosas que son muy mías, te voy soltando a gotitas, que me salen desde adentro, te voy soltando con lágrimas, nostalgia de antología. Si supieras la ilusión en la que vivo diciendo que te supero, si supieras lo que duele decirle al mundo que ya no duele, si supieras, amor de mi vida, que hoy tengo ganas de llorar… y lo hice.

Escribiría pensando en vos más de lo que puedas imaginarte, pero como nada imagina tu tiempo muriendo lejos del mío, es por eso que escribo poco, pero siento mucho, y esa es una caligrafía que perdura de por vida, indeleble y que no se borra ni siquiera con dolor, nada la quita.

Hoy, hace exactamente una semana, me escribiste preguntando como estaba, y aunque mis repuestas hayan sido frías y distantes, sé que no creíste mi mentira. Porque jamás necesitaste de palabras que te expliquen lo que siento. Porque sabes que te extraño con locura mientras me demoro en lo que dura el funeral de lo que fui, y corro contra el tiempo porque estoy llegando tarde al parto en el que nace lo nuevo de mi vida.

Hoy, tengo ganas de llorar, y lo hice. Y cada lágrima que suelto queda flotando en el aire sostenida en un suspiro, aliento de vida que resopla tristeza, mi tristeza y se deshace como copo de nieve en el agua, esa agua calma y cristalina, que es el agua de tu olvido.

Hoy tengo ganas de llorar, y lo hice. También tuve ganas de abrazarte, pero ya no estabas, tuve ganas de escucharte, pero hiciste crudo silencio, tuve ganas de mirarte, pero cegaste mis ojos con tu ausencia, tuve ganas de decirte que… que todavía te amo, pero no quisiste escuchar mis pensamientos. Y al encontrarme rodeado de un No por aquí y un No por allá…

“…se me llenaron los ojos de lágrimas, con la mirada perdida en tu ausencia infinita, y entonces dije con voz de susurro alicaído, hoy, tengo ganas de llorar… y lo hice.”

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