En las calles vacías
en las mañanas heladas
en las tardes sombrías
en las noches bien frías
Allí estaba el mendigo
sin un ayer, sin un mañana
contando cada campanada
de aquella iglesia cercana
Durmiendo allí en el suelo
con un cartón por colchón
frente a un lujoso escaparate
con sábanas de fino algodón
Allí en el mismo centro
gente rica y elegante
siempre pasando delante
este mundo es alucinante
Hoy he vuelto a visitar
ese mismo lugar
y el tañer de las campanas
me lo ha vuelto a recordar
Recuerdo sus harapos y su voz
barba marfil, frente arrugada
sus manos y su oscuro color
también la expresión de dolor
Yo me hacía una pregunta
porque no podía comprender
que tan cerca pudieran vivir
riqueza y pobreza, gozo y padecer
Así de triste es la vida
unos durmiendo en la calle
entre periódicos y cartón
y otros entre nubes de algodón
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