
A veces me siento una marioneta, una frágil muñequita que es manejada por todos a mi alrededor; unos tiran de mi hacia un lado, otros hacia el contrario, otros quieren vestir a la muñequita a su antojo y otros creen saber todo lo que me conviene; y todos quieren jugar conmigo a la vez y me arrastran arriba y abajo, a izquierda y derecha, sin importarles lo que yo sienta, lo que yo piense; porque lo importante son sólo ellos, como se sienten ellos, como piensan ellos; y me hunden en el fondo del agua, porque creen que yo puedo respirar bajo el mar; y me lanzan al vacío de un barranco, porque piensan que yo puedo volar; y me atraviesan el corazón con sus dagas envenenadas, como si yo fuera inmortal.
Porque no ven más allá de sus narices, no ven dentro de mi, porque no saben mirar siquiera, dentro de ellos mismos.
Porque yo se lo que me conviene, porque sólo yo me conozco de verdad; ellos sólo pueden tener una idea de quien soy, pero la mía es la verdadera.
Y sé, que debo ser paciente con todos ellos, amorosa y agradecida, porque ellos están ciegos, pero yo puedo verlo todo; puedo ver a través de su piel, que el dolor que sienten, les está matando por dentro; puedo oír sus gritos de angustia, a través de sus risas escandalosas y sus juicios sin sentido; puedo notar la humedad de sus lágrimas cuando estoy cerca de ellos.
Sólo yo sé, que lo que hacen, lo hacen porque se sienten mal con ellos mismos y no conmigo.
Así que, sabiéndolo, sólo puedo esperar, que un día, despierten de su sueño de mentiras; y dejen de tratarme como a una marioneta.
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