
Intento buscar momentos de silencio, momentos de meditación donde serenarme y calmar mi mente, minutos donde hacer callar a esa «loca de la casa» que no tiene descanso, que no para ni un solo segundo de trabajar, de buscar dudas, de asaltarme con inquietudes; intento echar de mi cabeza a ese «mono loco» que está continuamente saltando de una rama-pensamiento a otro pensamiento-rama, de un árbol-situación a otra situación-árbol.
Pero luego me paro y pienso…
…¿y qué pasaría si el «mono loco» se volviera cuerdo?
¿Qué pasaría si dejara de saltar, si dejara de trabajar, si dejara de ser él mismo, si dejara de ejecutar su función?
Pues que quizás me quedaría vacía, sin ideas, sin pensamientos, sin nada sobre lo que poder llenar estas páginas y gastar la tinta de mi bolígrafo; quizás ya no sería yo, sería, algo así, como un objeto de carne y hueso, un ser vivo que se va muriendo, una persona que se queda sin retos y desafíos y por consiguiente, sin ganas de seguir luchando; pues esos retos y desafíos son los que nos mantienen con vida, activos, atentos, fuertes, los que nos hacen daño y nos destrozan, ¡sí! , pero también los que nos siguen recordando que estamos vivos y que tenemos otra oportunidad más para encontrar nuestro camino correcto.
Así que yo, seguiré buscando momentos de silencio y meditación, pero después, volveré tranquila y serena a reencontrarme con mi amigo…
… «el mono loco».
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