Deseaba gritar, pero no tenía voz, deseaba moverme, pero no tenía fuerza, solía dejar la luz de la pequeña vela de pila encendida, odiaba la oscuridad como a su vez amaba su silencio. Recorrí la mirada por la estancia de la habitación deseando encontrar aquello que me despertaba cada madrugada a las 3 de la mañana, tampoco entendía qué hacía la puerta abierta, desde hace años la cerraba pero siempre aparecía abierta, a medias. Miré por la ventana, La Luna resplandeciente iluminaba toda la calle pero le era imposible regalarme un poco de su luz, la oscuridad de mi habitación no se debilitaba ante ella, era una batalla, ella luchaba, no como yo que parecía inerte en la cama sin poder hacer ningún gesto, sin decir ninguna palabra¿era aquello conocido como la parálisis del sueño? tal vez era mi propia mente que me estaba jugando una mala pasada o simplemente era el único momento del día que podía sentarme a estar conmigo misma y tal vez eran solo señales. Al final encontré respuesta, una sombra, escondida detrás de la puerta, era alta y delgada pero tan solo era eso, una sombra. Me había dado cuenta que las noches anteriores desde hace dos semanas, intentaba mantener la mirada fija al frente, tenía miedo, pero esa noche me atreví a mirar y mirando, encontré.
Sino sanamos, ese pozo negro y sin salida, nos termina engullendo, sin que nos demos cuenta.
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