CAPITULO III:

Hola Jack,

ha pasado tiempo desde la última carta.

Sé que dejé de comunicarme contigo, pero no pienses que es porque ya no quiero saber de ti, es solo que estos días he tenido varias recaídas y eso me impide comunicarme con los demás, y eso te incluye.

Pero, a pesar de ello, seguí tus consejos y me comunique con ese médico y agende una cita para este fin de semana.

Había pensado salir de viaje, pero que mas da iré a la cita con el médico. Pienso que será una pérdida de tiempo, pero a la vez muy en el fondo creo que será bueno para mi ya que siento como una leve necesidad de ser escuchado y no juzgado, de pensar que lo que tengo no es una enfermedad sino una extraña forma de pensar, y que, con la guía de este tipo, podre ser normal.

¿Normal?, me parece estúpido ponerlo así, pero no lo sé, siento que ahora no soy normal y que todo lo que estoy viviendo es solo imaginación mía que es una exageración, que no tengo por qué sufrir y que necesito solo pensar mejor.

Que se yo Jack, a veces solo pienso que seria mejor que cuando vaya por las calles un coche se desvíe y termine impactando mi inerte cuerpo, y así acabe con todo este dolor. Otras veces pienso que me atracaran y me resistiré al atraco y este tipo acabara con mi vida.

Seguidamente llegan estas ideas a mi mente, de esta extraña forma de suicidio involuntario que tanto anhelo. Ya que soy tan cobarde para hacerlo yo mismo, prefiero que otras manos lo hagan. Me da tanto miedo hacerlo, usar mis propias manos para acabar con mi vida. Creo que le tengo mas miedo al suicidio que a mis delirios mentales.

Pero bueno, no todas son malas noticias, no te conté, pero empecé a trabajar. Ya llevo dos meses laborando, y ahora te preguntaras que ¿cómo lo hizo?, pues bien, un amigo me paso el contacto de un familiar suyo que estaba necesitando un ingeniero, y bueno, sabes que yo estudié eso – cosa que no me hace mucha ilusión – entonces fui y me entrevistaron y conseguí el puesto.

Debería estar feliz de conseguir este trabajo, con un pago muy considerable. Pero a quien quiero mentir, yo me conozco y se como soy cuando estoy bajo presión, me abrumo con mucha facilidad y termino perdiéndome entre mis pensamientos.

Me bloqueo tanto que ya no sé cómo continuar con mis trabajos, y me quedo varios minutos frente a la computadora pensando, sin hacer nada mas que fingir que algo importante estoy haciendo. Se que llevo muy poco tiempo trabajando, pero esta presión diaria es muy complicada de sobrellevar. No entiendo como los demás compañeros pueden llevarlo tan bien, suelo escucharlos cantando o silbando, mientras hacen sus trabajos. En cambio, yo estoy todo el día tensionado, abrumado y asustado, esperando solamente que llegue la hora de la salida para huir.

Es solo en ese instante en que la sangre me regresa al cuerpo y me tranquilizo, empiezo a respirar mejor, dejan de sudarme las manos y me siento mas relajado. He tenido instantes en los que pienso que exagero todo esto, que tal vez solo sea cuestión de cambiar mi forma de pensar y así estaré más a gusto en el trabajo. Pero no, solo el hecho de estar rodeado de esas máquinas, el exponerse a ese ruido ensordecedor y a todo ese polvo metálico tan dañino, hacen que me desespere más, que quiera salir huyendo despavorido de ese lugar, sin ánimos de volver jamás.

Que sentido puede tener entender un proceso industrial, saber a que temperatura calentar el acero, a cuantos amperios se debe soldar, a que velocidades deben girar los engranajes en un motor o cuanta resistencia debe tener una viga para no ceder. Todo eso me parece estúpido, sin sentido, no le hayo ninguna utilidad el entender todo eso, mas que por un tema netamente laboral.

Lo único bueno de todo esto, además del pago, es trabajar con gente que ama todos estos procesos, que los embellecen con sus palabras, que terminan por enaltecen a estas máquinas y que hablan de todo esto con tanto cariño como si de la cosa más hermosa del mundo se tratase. Los escucho decir mira como giran esas fajas, que bellos se ven esos motores tan relucientes, escucha como rugen esas turbinas y demás cosas que suelen decir. Con el afán de poder tener algo de esa armonía laboral, me concentro en oírlos, pero es inútil, no logro nada, en lugar de despertar algún gusto en mi por estos asuntos industriales, solo genera rechazo y más rechazo a todo esto.

Solo me queda admitir que tenías razón.

Si lo sé, no debí haber estudiado algo que nunca me gusto. Que a pesar de que siempre fui bueno en matemáticas y física en la escuela, nunca debí pensar en ser ingeniero. Pero sobre todo nunca debí dejarme llevar por los anhelos de mi padre. El siempre quiso ser ingeniero, recuerdo que cuando aún era un niño, siempre veía a mi padre con un libro en las manos. Pero jamás fue una novela o un cuento, mucho menos una historieta. Sino que se trataba de libros de matemáticas y física, por sus manos desfilaron libros de álgebra, geometría, aritmética, trigonometría, física elemental, física aplica y demás.

Siempre nos contaba en reiteradas oportunidades que su mas grande anhelo fue ser ingeniero, que a pesar de que mi abuelo nunca le brindo el apoyo que necesitaba para realizar sus estudios universitarios, el mismo, después de trabajar dos años, ahorro dinero suficiente para poder ir a una academia y prepararse para el ingreso a la universidad. Que a pesar de que ya bordeaba los 30 años, el jamás lo dejo de intentar.

La primera vez que postulo no ingreso, pero sin decepcionarse, lo volvió a intentar, aunque el resultado fue el mismo, siguió haciéndolo, pero esta vez estudio por mas tiempo. A pesar de lo negativo del resultado, no se desanimó, al contrario, lo motivo a seguir por otro intento más, pero esta vez en una universidad de su localidad.

Fue irónico, ya que fueron dos años intentándolo y se planteo que esta vez seria la ultima que lo intentaba, que se cual fuere el resultado ahí quedaría todo. Y así fue, llego el día del examen, estaba algo ansioso pero seguro ya que de todas las veces que lo intento, ya conocía la rutina del examen. Pero cosas del destino, él iría a ese examen con su primo, el cual se tardó tanto en alistarse que cuando llegaron a la universidad, el portón estaba cerrado, y al acercarse el vigilante les dijo que el examen ya había empezado y que era imposible ingresar al recinto. Con este resultado mi padre quedo decepcionado, y así fue como cumplió con su palabra y nunca más volvió a intentarlo.

A veces pienso que cuando algo no es para ti por mas que lo intentes, jamás se dará, y eso fue lo que paso con él.

Sabes que soy el hijo mayor de mi padre, y siempre he vivido con el anhelo de hacerlo sentir orgulloso de mi. Después de esa historia que nos contó, decidir hacer posible su sueño, pero esta vez a través de mí. Ahora seria yo el que postule a la universidad, ahora seria yo el que ingresaría y seria un ingeniero, y así cumpliría su sueño de juventud. Y así fue como empezó mi travesía, intentado cumplir un sueño ajeno, intentando vivir una vida que no me correspondía, dejando mis propios sueños para hacer realidad los de otro. Déjame decirte que no fue nada fácil, ¿cómo conseguir algo que no te gusta, pero que tienes la fuerte convicción de lograrlo?

A partir de esa premisa trabaje en ello, me prepare con ahínco, me ayudó mucho el hecho de que se me hace fácil entender la física y la matemática, y con esto fui a postular. Postulé dos veces en una universidad de la cuidad capital, pero sin buenos resultados, decidí prepárame aun por mas tiempo. Y justo cuando la fecha del próximo examen se acercaba, me entere que se aperturaba la carrera de ingeniería en una universidad local, la misma a la que mi padre postulo por ultima vez. Entonces aproveche el momento, y me prepare los últimos dos meses y fue listo, recuerdo que estaba algo nervioso, pero a la vez seguro de que ingresaría. Ese mismo día por la tarde darían los resultados en la universidad, así que tenia la necesidad de volver por ello. Recuerdo que ese día fue muy peculiar, ya que por la tarde fuimos al cumpleaños de un familiar, y nos olvidamos por completo de los resultados.

Ya muy entrada la tarde lo recordé, y volví a la universidad con la corazonada de que aún podría entrar a ver los resultados. Recuerdo que el portón estaba cerrado ya, no había nadie mas que los vigilantes. No me atreví a preguntar o solicitar ingresar, pues el ver el portón cerrado fue suficiente para mí.

Un vigilante se me quedó viendo pensativo, ahora pienso que se apiado de mí, ya que después de un breve momento me interrogo, ¿vienes por los resultados del examen chiquillo?, y yo solo atine a asentar con la cabeza. Se acerco y me dijo: entra, pero rápido que ya esta tarde y nadie puede verte aquí dentro.

Ya dentro, encontrar mi nombre en ese gran mural lleno de nombres fue toda una odisea. Navegar con la vista y trazar con los dedos entre los cientos de nombres el mío fue más difícil de lo que pensé. Entonces empecé con mi faena, entre afirmaciones y negaciones buscaba, lo hacia como si mi vida dependiera de ello, después de unos varios minutos lo encontré. Allí estaba mi nombre, no lo podía creer, estaba bien grande, sí. Entonces había ingresado, estaba tan absorto que lo hice varias veces para confirmarlo, pase y repase con los dedos y la vista mi nombre, y sí efectivamente había ingresado.

La felicidad se me subió al rostro, ya que el vigilante me felicito mucho antes de que volteara a contárselo.

¡Felicidades chiquillo ingresaste, pero recuerda que esto es solo el principio!

Me decía esto, mientras habría el portón a mi salida. Aun no entiendo a que se refería con eso último que me dijo. Tan solo recuerdo lo feliz que me encontraba y lo ansioso que estaba por llegar a casa y contárselo a papá. Estando fuera corrí como un loco, cruzando las calles, frenético y extasiado de tanta alegría que se me olvido tomar un auto y llegar más rápido, pues solo pensaba en estar ya en casa y poder decirle a papá que lo había logrado, que había ingresado. Y así mareado de tanta alegría, llegué a casa y lo encontré sentado tranquilo con sus libros de algebra. Me acerque a el y le dije papá lo logre ingrese, papá lo logramos ingresamos, decía esto mientras se deslizaban las lagrimas por mi rostro. Aun recuerdo sus hermosas palabras; me siento orgulloso de ti hijito, mientras también él lloraba.

Jamás olvidaré ese momento, nunca se ira de mi mente. No recuerdo haber tenido otro recuerdo tan vivido con mi padre, juntos abrazados y llorando de alegría por la realización de un sueño. Solo de eso es de lo que me siento muy orgulloso mi amigo Jack, de haberle cumplido el sueño a mi padre.

Pero ahora que hago yo con todo esto, que hago ahora con la responsabilidad de un sueño ajeno.

Lo siento Jack tal vez te canse con todas mis historias y mis malas decisiones, pero es que necesito tratar de sacar todo este dolor que se me ha acumulado con el tiempo en el pecho, dolor que ya no tiene cabida en mí, y que de alguna manera tiene que fluir para que su peso no me abrume tanto y así poder tener una vida más llevadera.

No quiero que la carta sea tan extensa, pero esta vez sí que me excedí. Te estaré contando cuanto tiempo podre tolerar este trabajo, o si no es que antes renuncie, pero bueno son cosas mías. Espero que me puedas responder algunas de las cartas que te envío, sabes que estaré muy contento de recibir alguna contestación tuya.

Sin más que agregar, cuídate mucho mi buen amigo Jack, hasta la próxima carta.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS