Contemplaba una silueta,

Que bailaba un hermoso tango,

Era sublime verlo; encantado quede con sus pasos.

La música era silenciosa para los demás. Pude notarlo: solo la oía en mi mente.

Y, sin embargo, ella lo notaba, bailaba al compás de la melodía.

Era un sufrimiento verla, no sólo porque quede encantado, también porque me encontraba conmovido; tanta elegancia, tanto fulgor, tanta pasión, tanta, tanta…soledad.

Así es, aquella silueta bailaba sola, sin acompañante.

No podía soportarlo.

No podía ver una belleza tan desolada, pero, aún así ella bailaba.

Estando sola aún bailaba.

No pude soportarlo más.

Me acerqué a ella, y la acompañe en su baile.

Paso tras paso, nuestras almas se fueron llenando.

Escuché a la gente del bar y la calle murmurar; “Pobre hombre, que loco está”

Y yo me reía nada más.

Porque sí, estaba loco.

Pero, ¿Qué más importaba?

Si le prometí a mi amada que bailaría con ella, aunque ya no estuviera en esta tierra.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS