Mi primer amor tocó mí corazón, fue como un flechazo que me hizo mantener intacta la ilusión de vivir un día el verdadero amor. Seguía viviendo en la fugacidad de lo imposible, aunque no me otorgaba días felices, de pronto desperté del hechizo, mi ilusión sollozaba, se ausentaba incesantemente hasta que un día la abandone. Nadie iba a venir al castillo a rescatarme porque solo la fantasia me retenía, los dragones no existían, yo era mi propia heroína. Era una falacia en la que vivía al igual que el amor como una eterna persecución de dos almas divididas, ya estaba muy íntegra. Que el verdadero amor permanecerá inmutable por toda la eternidad, cuando somos inmortales y nos elegimos día a día, ladrillo a ladrillo construimos un hogar con lazos sanos y recíprocos. El amor fugaz, inalcanzable y romántico convirtió mi corazón en una piedra, las mariposas se volvieron cólicos. Hasta que un día hizo tanto frío que por efectos de la naturaleza la crioclastia lo rompió y entre sus huecos se introdujo fe, de pronto entró una calidez como nunca antes, se sentía imperfecto pero real hasta los huesos.
OPINIONES Y COMENTARIOS