
Roto.
Estoy roto por dentro,
gastado por fuera
y demasiado cansado
en los medios.
Roto.
Sin aguja
y con agujeros.
Sin hilo
y deshilachado.
Sin remedio
y mediocre
en los miedos.
Roto,
ajado,
moribundo,
gastado,
molido
y jodido
en un mundo
hastiado.
Me apena mirar
y solo ver
que la desconfianza es
mi compañera de trabajo
y la duda
mi amiga del alma.
Estoy roto
y rotando
en un bucle sin fin
donde el principio
ha terminado
y el último aliento
se repite sin cesar.
Me abrazo al miedo
porque es
mi enemigo natural.
Y,
paradojas de la vida,
es el lugar
dónde más seguro
me siento.
Hierve a fuego lento
un puchero en mis entrañas.*
Cuando llegue el final
de este paseo,
cuando esté
completamente roto,
deja un par de rosas amarillas
sobre mi tumba,
un suave abrazo
que perdone mis pecados
y un puñado de tierra
que detenga
la huida de mi alma.
Roto.
Como el hombre
con miedo
que abraza la bestia
que lleva dentro.
*Apartáos de mí, malditos, al fuego eterno, que fue destinado para el diablo y sus ángeles.
Mateo 25, 41.
OPINIONES Y COMENTARIOS