(25/04/2020)
¿Lo sentiste alguna vez? Como si el calor y el frío no existiesen, y estás bloqueado en tu lecho de piedra sudando bajo las mantas. Tienes tus necesidades, hambre, dolor, y solo miras el techo lejano y sientes que lo único pesado es tu garganta.Son halos de vapor rodeándote, como si te ahogaras en tu propia exhalación. Y piensas en lo miserable que eres, en la miseria de la que estás hecho. Tus ojos pesan, pero no puedes dormir. Los echaste hace un buen rato, pero todos los malos recuerdos y la realidad tintada de negro te golpean en el esternón, haciendo el golpe preciso y durarero. Acurrucado como una víbora ciega, un murciélago o un vampiro ocultandose del sol.Piensas en lo pequeño y desastroso que eres. En el gnomo infeliz, gordo, feo, chiquito y perdido. No hay tela de comparación. Toda la realidad es una mierda. Las de los otros sólo están iluminadas de colores brillantes frente a la pequeña escoria que te sientes.Y tienes los párpados secos, porque sabes que en tu crisis, en tu caída, las lágrimas no funcionan. Solo demuestran más lo patetico en lo que te has convertido, encerrado, en lo oscuro, con miedo hasta de terminar con todo dolor emocional, tragar unas pastillas, fumar, tomar, autolesionarte. No tienes fuerzas ni para intentar apagarte a tu yo, tu odioso y más horrible enemigo de tu vida miserable.
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— Hay veces en las que leo mis escritos y me aterro de mí misma.
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