De la abundancia del corazón escribe la tinta

De la abundancia del corazón escribe la tinta

Eloisa Duarte

07/11/2022

La colilla del cigarrillo aún humeaba en el cenicero. La sala se fue iluminando poco a poco con la luz de la mañana. Al fin yacía dentro de mi contenedor cilíndrico dispuesta a descansar al igual que lo hacía el joven escritor, que ya dormía tirado sobre el sofá. El escritorio quedó desordenado: papeles sueltos esparcidos en toda la mesa o papeles corrugados hechos bolas dentro de la pequeña papelera. En un extremo había un vaso con agua, y junto a este, una copa de vino vacía. Por el otro lado del escritorio habían unos libros amontonados en una perfecta torre. El silencio y la tranquilidad que se respiraba dentro de la sala era muy confortable. Ahora me dispongo a descansar.

Cada vez que anochece, el escritor se sienta con su botella de vino, copa, caja de cigarrillos, y lapicero en mano a escribir, entre tantas cosas, cartas de amor. Yo misma ayudo a plasmar en papel estas cartas llenas de palabras nunca antes oídas. Hoy su mirada es melancólica, parece triste y agitado. Con un movimiento fuerte me agarra y comienza a escribir con mucha rapidez. No percibo que escribe pero siento mucho dolor en sus palabras, noto que repite muchas veces “lo siento” casi en cada línea. Estas cartas van dirigidas a Margarita.

Así transcurren todas las noches, algunas muy trabajadas, algunas muy pausadas. A veces sus cartas están llenas de mucha pasión, otras muy tiernas, otras poéticas con palabras que quizás no existen en la lengua coloquial. He impregnado mensajes de felicidad, de pasión, dolor, ternura, y algunos de lujuria. He dejado en papel trazos en todos los tonos y colores del amor que el escritor profesa hacia Margarita.

Hoy es una noche diferente. El joven se sienta a escribir y su rostro muestra dolor, sus ojos parecen húmedos, se cubre el rostro con sus manos y permanece así por varios minutos. Estoy ansiosa por saber qué sucede y quiero escribir ya! De repente siento que me toma y, con una velocidad impresionante, mi tinta se desliza sobre el papel dejando palabras casi ininteligibles. Tengo que concentrarme y ver de qué se trata este mensaje. Siento que de mi sale fuerza, rabia, frustración, desesperación y tristeza…una profunda tristeza. El joven me deja caer sobre el papel, se levanta, enciende un cigarrillo y se dirige a la ventana, fuma un par de minutos y regresa al escritorio más calmado y continúa con la carta.

Algo extraño pasa en mi, no siento la misma fuerza de los días anteriores. El joven está pensativo, intenta escribir algo y apenas marca un punto sobre el papel. Quizás ya no encuentra palabras para describir a Margarita lo que hoy siente su corazón. ¿Qué sucede entre él y Margarita?

A pesar de que quiero escribir esta nota me siento debilitar aún más. Veo marcas intermitentes, palabras incompletas e ideas inconclusas sobre el papel. Puedo sentir la frustración en el escritor, está molesto, pero conmigo. Lentamente me voy secando. Estoy cada vez más débil. Saco todas las fuerzas de mis entrañas porque si esto se trata de un final entre Margarita y el escritor, quiero materializar ese final. El escritor está de nuevo pensativo, su mirada no se aparta de la carta. Hay algo que no se atreve a escribir. Su mano tiembla, su rostro es casi de temor. ¿Qué saldrá de su mente o de su corazón? Escribe, en cambio yo, siento desvanecer. Apenas consigo ver las palabras que pone: “siempre estarás en…” ya no puedo más! Caigo sobre el papel, inerte, inservible, silenciada. En mi no hay más tinta que pueda dar fe a la historia de amor de la que he sido testigo todas estas noches. Quizás nunca más habrán cartas de amor. Mientras permanezco inmóvil, me doy cuenta que esas historias venían de mi inspiración y me duele no haber podido terminar con un final feliz.

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