Al guionista habrá que darle un nombre…, es verdad. Se llama Guillermo, Guillaume.
Al finalizar la llamada telefónica, se quedó en blanco durante 1, 2, 3, 4, 5 segundos #bocadillo
“Tengo que decírselo, jod.. , a ver cómo se lo toma. Y cómo se lo digo, tendré que sacarle de casa.” Su cabeza viajaba por el pasado, el futuro, el presente… “Mira que no se esperaba esta visita tan pronto, la muy soberbia…”
Decidió salir a por su caja de puros, ya la habrían recibido, aunque la chica del estanco no le había llamado para comunicarselo aún. Con la excusa, se daría un paseo y se despejaría un poco. Recordó las agujas secas de los pinos en el jardín de la casa de los abuelos paternos, en Torrelodones; el descanso que suponían los viajes de su madre a Francia para visitar los viñedos y arreglar cuentas con la familia. Recordó el olor de sus pinturas, cómo ella parecía otra, libre, en su estudio con vistas a los sauces llorones.
Con la cartera en el bolsillo del pantalón y el móvil en mano descendió hacia la calle.
En el portal se cruzó con la Sra. Zhao y su compañero de vida.
– Estamos retrasando el paseo, Mercy ha hecho amigos en el parque de la dehesa. No sabe cómo lo disfruta!. Y, como el recinto está cerrado, lo puedo dejar correr todo lo que quiere. Está usted bien, Guillermo? no tiene buena cara esta mañana –
Con un comentario formal se la quitó de encima y salió del portal mirando su celular.
Recogió sus puros, pasó por la panadería y regresó a casa. A la altura del Primero escuchó el ladrido de Mercy… “eso es, el perro le hará salir de casa”
Ding dong!
– Querida Yue! disculpe mi ensimismamiento de antes. Mañana usted se queda descansando que yo me llevo a este gordito con sus perretes.- La vecina no se mostraba muy convencida, pero finalmente accedió a dejarse ayudar. Al fin y al cabo le venía bien un respiro.
En un principio, escribir fue solo un juego para colarse en aquel espacio de la casa dedicado al arte, compartir con ella momentos únicos, al margen del resto de la familia. Pero el temperamento histriónico de la francesa acabó siendo incompatible con su adolescencia. Se alejaron mucho, hasta verse sólo en ocasiones puntuales.
«Habrá que desempolvar muchos papeles. Necesitaremos un abogado.»
– Tranquilo. Ya te dije que aquí no hay peligro, ni agentes ni cámaras de vigilancia.
– Pasa Mercy!
Mis agradecimientos a José Miguel Calderón, por «Vamos con cuidado», a Dani Herrera, por «Yue Zhao», y a Almudena López, por «Madamme Laflamue», sin los cuales este relato no podría existir.
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