Y en lo profundo del mar me encontraba.

Y hacia arriba miraba,

¡es la luz!

Es esa luz tan preciada,

que con verla un poco

te inunda la mirada.

Unas voces susurraban, 

¡quédate, quédate!

Pero, no quería.

Vaciaban el alma mía.

Mataban toda esperanza de vida.

Aunque yo, ya hace mucho que no vivía.

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