
Bendita soledad, que me aleja de todo y de todos; que me aleja de aquello que duele, de lo que hace sufrir, que me aleja de los fantasmas del rencor, de la envidia, de la codicia y del egoísmo del ser humano; ese ser humano, que sólo vive en el ego; ese ser humano, que sólo ansía ver la infelicidad en los otros; ese ser humano, que va buscando la mediocridad y el desastre en otras vidas, para hacer comparaciones y así poder sentirse un poco feliz, viendo que la suya no es tan mala; ese ser humano, que vive en el juicio continuo, en buscar errores y defectos; ese ser humano, de mente enferma y corazón oscuro; pero al fin y al cabo, ser humano, una persona con corazón y con un alma pura, alguien que aprendió a vivir en lo mundano y olvido lo divino que es, alguien que cree ser sólo un cuerpo físico, sin espíritu y sin alma.
Tu, yo, el, nosotros, somos seres humanos, almas llenas de luz y amor, encerradas en pequeños, insignificantes y vulnerables cuerpos de carne y hueso; mentes eternas, que perdieron el recuerdo de vidas pasadas para venir aqui a seguir aprendiendo, a intentar recordar, a seguir viviendo nuevas experiencias y llenarnos de sabiduría.
No lo olvides nunca, tu, yo, el, nosotros, somos seres humanos, somos seres divinos.
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