Iba por la vida pensando que sabía donde quería ir. Iba por los caminos de la vida cultivándose, pero se olvidó de soltar lo que no hacía falta.
De repente, llevar en la espalda esas historias mal contadas estaban provocando en él un desastre. Quería moverse de una parte a otra pensando cambiar su vida, se le olvidaba que el único lugar que habitaba era a él mismo.
Recorrió valles, ríos, montañas y cascadas, a veces perdido y otras veces completamente consciente del lugar en el que estaba. Al parecer la vida de viajar sin rumbo le estaba pesando. Increíbles podían ser los lugares que había visitado, pero más extraordinario era ver su silueta por las noches a la luz de la luna en el patio de su casa.
Apreciando en quien se había convertido, recordaba las innumerables ocasiones que se decía a sí mismo: salir y respirar un aire diferente es necesario para seguir con los estudios, con una relación, con el trabajo y con la misma existencia de uno. Había pasado por alto que no era un suspiro lo que se necesitaba, sino decidir cada día que era lo que quería vivir, con quien y donde.
Así, el mapa indicaría lugares para conocer y no lugares para refugiarse de la existencia. Enfrascarse en aquello que no funcionaba en lugar de conocer más personas a su alrededor, habían hecho que se limitara a la idea de que salir le provocaría un resfriado.
Se volvió un desastre por varios días, no quería moverse a ninguna parte. Sin embargo, de niño soñaba con la idea de jamás dejar morir a ese ser aventurero que lo había habitado desde que estaba en la barriga de su madre cuanto ella salía a caminar y le contaba lo increíble que era el lugar por donde estaban paseando.
Recordaba las pataditas que daba en modo de aprobación y ese «si mi amor, si mi bebé. La vida tiene muchos regalos para ti, cuando nazcas me darás la razón». Las primeras formas de apreciar la vida y la creación que podía apreciar los ojos humanos fueron transmitidas por su madre. Entonces decidió dejar de estar jodido. Dejar de lado las excusas y culpar a todo el mundo de aquello que estaba viviendo.
Eran los últimos $10,00 que estaban en su billetera, sabía que no le llevarían muy lejos, pero a donde sea que llegaría tendría un significado diferente. Dicen que las personas como los lugares tienen un significado en su paso por la vida, así que él pretendía dar 10 pasos al norte de donde estaba.
Jamás para ir respetando los puntos cardinales, más bien para dejar de seguir siendo ciego. Ocultando la verdad de lo que había hecho mal. Enfocado y pensando en quien se quería convertir. A punto de domesticarse, como tanta gente que había logrado tener y ser lo que él estaba dispuesto a conseguir.
Y es que si, a veces, somos un desastre antes de encontrar la luz y la decisión firme de cambiar. Admitir que lo tóxico no es el ambiente lleno de humo expulsado por los vehículos, más bien son esos pensamientos suicidas que nos orillan a seguir creyendo en las excusas constantes para seguir en el sur del olvido, en el este de la desesperanza, y el oeste del conformismo.
Un mapa siempre estará presente en nuestra vida, y cada vez que sintamos estar perdidos hay que confiar que 10 pasos al norte, estará nuestra mejor versión.
OPINIONES Y COMENTARIOS