
Siento una maldita enfermedad, que a veces me deja sin respiración, parece que el aire no entra en mis pulmones, y sin embargo, no muero de asfixia; los músculos se me paralizan y no puedo ni pensar con claridad, pues mi mente está absorbida por esta maldita enfermedad; el corazón, en ocasiones, se me para y en otras se me acelera, me corre tan rápido, que realmente no se, si esto que siento es una maldita enfermedad o es un milagro.
Y siento que no soy yo, que me pierdo por momentos, que esta enfermedad puede conmigo, que está fuera de mi control, que no puedo manejarla, que manda en mí está maldita enfermedad; está enfermedad de amarte, de mirarte y que se me corte la respiración, de que me abraces y se me acelere el pulso, de que me beses y mi pobre corazón se me pare durante esos instantes.
Pero no me alejaré de ti, pues está enfermedad, que parece que me quita la vida, es la que me la da, es la que me mantiene viva, es la que me hace tener fuerzas para seguir adelante, es la ilusión, por la que cada día, me vuelvo a despertar, es la que llena mi corazón de felicidad y la que me hace mantener una actitud impecable ante la vida; así que…
… bendita sea, mi maldita enfermedad.
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