Hola, soy Li Wang. Soy chino, nací en Lantian, un pequeño condado de la provincia de Shaanxi, famoso por el Homo erectus lantianensis, un homínido fósil descubierto en 1963, el mismo año de mi nacimiento. Mis padres enseguida pensaron que este hecho era un buen augurio y me criaron como si fuese un auténtico descendiente del Emperador Amarillo. Mi educación fue exquisita: hablaba perfectamente el chino a los dos años y a los cuatro lo leía con fluidez. A esta misma edad entré en un monasterio taoista donde me enseñaron Filosofía con la lectura y estudio de los tres grandes clásicos del taoismo: el Lie Zi, el Tao Te King y el Zhuang Zi. Estas intensas lecturas mezcladas con el estudio de la poesía clásica china y la práctica meticulosa del ChiKung se prolongaron hasta mi mayoría de edad cuando decidí que había llegado el momento de salir al mundo y comenzar mi viaje espiritual fuera del monasterio.

Este viaje comenzó en Xi’an, la capital de mi provincia, cuna de los Guerreros de terracota del emperador Qin Shi Huang e inicio o final de la Ruta de la Seda. Me llevó 20 años recorrer China y el sur de Asia. Vietnam e India me enamoraron. Salir de China justo cuando esta comenzaba a convertirse en una gigante empresa capitalista me ayudó a prolongar mi viaje hasta hoy.

Cómo he acabado en este barrio del suroeste madrileño llamado Aluche ha sido una mezcla de casualidades que me llevaría demasiado tiempo explicar. Me gano la vida como traductor y profesor de TaiChi y ChiKung y soy lo suficientemente feliz como para conformarme con lo que tengo, que no es mucho. Mi libro de cabecera sigue siendo el Libro de la perfecta vacuidad, el Lie Zi, que me ayuda a relativizar mi situación y a apreciar la vida en su verdadero significado.
    

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