Sucesión de pensamientos sobre una historia pasada

La última vez que nos vimos estabas en un bar, entre manos distintas, el color de tus ojos ya no era el mismo, te sonreí con una extrañeza matizada de simpatía. Siempre te seguí sonriendo, pero desde esa noche en ese bar, tomamos rumbos separados. Realmente estamos muy cerca, bastaría con caminar unas cuantas calles y sentarme a esperar. Pero prefiero vivir co el sentimiento lejano de los que caminan por la misma acera. Pienso constantemente en alguna casualidad o excusa que nos haga voltear al lado y ver que siempre estuvimos ahí, caminando juntos pero sin percatarnos de la necesidad que teníamos del otro. He soñado muchas veces con esa casualidad, la pienso yendo yendo al café, de camino a clase, en el almuerzo o cuando me detengo a mirar el cielo. Es gracioso pensar un mensaje sería suficiente para llamar tu atención, pero me resulta más poético esperar esa improbable alineación de astros que nos reúna nuevamente. Para ser honestos nos quedó mucho por escribir, mucho por contar. Siempre he tenido ese defecto de dejar las aventuras a medias, los libros a la mitad para volver y retomarlos semanas más tarde, canciones sin coro. Supongo que si se da nuestra rareza y los astros se hacen uno, posiblemente pasaría lo de nuestro último encuentro. Te sonreiría, con esa mezcla de rareza y simpatía y con algo de nostalgia en los ojos. Charlaríamos un rato y con un beso en la mejilla nos diríamos adiós. Y así estaríamos de nuevo, esperando otra casualidad que vuelva a encontrarnos y nos dé otra oportunidad. A lo mejor está bien así, perfecto en mis sueños, sin dejarlo permear de la impureza y la impredictibilidad de la realidad. 

En cualquier caso, te mando un saludo desde mis sueños y como dije antes, con un beso en la mejilla me despido.