Se desvanecen de mi mente los buenos momentos y se quedan en el recuerdo los duros, los tristes, los momentos que no consigo comprender.

Y veo que se va transformando con cada experiencia vivida; miro sus ojos, y aunque recuerdo lo que era en el pasado, siento que ya no es la misma, que el pequeño gusanito se esfuerza por hacer su crisálida, donde desarrollará sus bellas alas ocultas al mundo; cada momento que vive recubre un poco más el capullo de su metamorfosis.

¡Y yo me cayo tantas cosas que le diría!

Si alguien quisiera hacerle daño, sacaría mis uñas, afilaría todas mis armas y me enfrentaría a todo aquel que la hiciera sufrir o entristecerse; pero no puedo interferir continuamente en el proceso de su camino, ella debe encontrar sus propias herramientas y construirse su destino; sus desafíos serán los adecuados para su aprendizaje, así le traigan angustias o facilidades; sólo ella tiene el poder de ser esclava o de gritar que es libre; aunque la vida la golpeé continuamente, es la única que puede curarse las heridas, la única que puede quitar peso de sus hombros; debe aprender a tener hambre de vivir y devorar todas las dudas y los miedos, pues la felicidad está reservada para aquella persona que la quiera realmente y se esfuerce por mantenerla día a día en su corazón y en su actitud.

¡Pero yo soy tan pesada e incansable que no puedo dejarla sola, que me quema todo el fuego que a ella le roza!

Pero no me queda otra, que echarme a un lado y esperar expectante a que eclosione la crisálida y la hermosa mariposa alce su bello vuelo, con su nueva forma; y lo único que puedo hacer es mantenerme cerca, observando el vuelo de mi preciosa mariposa.

Para mi hermosa mariposa.

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