El brillo en tus ojos, la tristeza en tus labios.
Tu mirada gritándome basta, la mía pidiendo una vez más.
Tus palabras diciendo «nos vemos mañana» pero tus actos gritando «por favor no te vayas.»
Las lágrimas cayendo, sabiendo que nos queríamos pero eso ya no bastaba.
Me susurraste «nos vemos otro día» con la certeza de que no llegaría porque era mejor irse a que volviese a doler la herida que seguía abierta.
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