Un día de verano caluroso, despreocupado y sin prisa, acorde con la temporada de vacaciones.
El reloj nos acompaña sin dominar, como un testigo mudo de nuestros pasos a través de ciudades lejanas, extrañas, desconocidas, marcando un ritmo tranquilo muy apropiado para disfrutar los colores, los olores y el sabor de lo desconocido.
Viajar es conocer, aprender, dejarte sorprender, también es perderse y encontrar el camino sin miedo, viajar es celebrar.
Si las bodas se celebran con un buen viaje, ¿por qué no un cumpleaños?
Me gusta celebrar la vida viajando y el año 2016 me llevó a Japón.
Planeamos un recorrido que recalaba en Hiroshima el día de mi cumpleaños, un 6 de agosto. Desde que soy consciente, los medios me recuerdan cada año que mi aniversario coincide con un bombardeo atómico, que nací el mismo día en el que murieron 200.000 personas en otra esquina del mundo, con algo más de 20 años de diferencia, y pensé que celebrar la vida y la muerte nunca habían estado tan cerca.
Ryuichi Sakamoto; Composición 0919 Hiroshima
Nos preparamos para la ceremonia, que comenzó puntual a las 8.15 de la mañana con un minuto de silencio alrededor del cenotafio, ese monumento que conmemora a los difuntos desconocidos, y a esa hora que marca el momento exacto en el que la bomba cayó sobre la ciudad. Miles de personas nos reunimos allí para recordar a los muertos y convertir ese recuerdo en un acto de paz.
Fue un día muy bonito, emotivo y nada lúgubre a pesar de la tristeza que el evento rememora. Durante todo el día se sucedieron actos en varios puntos de la ciudad: desfiles infantiles, conciertos de jóvenes o encuentros de mayores. Por la tarde, la ceremonia se iluminó aún más en el río Motoyasu donde miles de farolillos de papel con mensajes de paz escritos en su interior se soltaron para flotar en el río.
Fue un aniversario muy especial, así lo recuerdo, un día en el que celebramos la vida y honramos a los muertos. Desde entonces, cada año celebro mi cumpleaños escribiendo un mensaje de paz, que guardo en un farolillo y suelto en el río más cercano con la esperanza de verlo cumplido en el siguiente.
Y así el día de mi cumpleaños, para mi estará siempre vinculado a un mensaje de paz.
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