Aquel dia…

Aquel dia…

AliagaO

04/10/2022

2 de marzo de 1991, aquel día nací, dos días después de la fecha en que supuestamente debía salir al mundo, tal vez aquello era una señal del universo, la cual todos ignoraron, un aviso de mal augurio del cual solo yo sería consciente… a veces suelo recordar el llanto de alegría de mi madre mientras me arropaba entre sus brazos, no así con su apariencia, o su aroma en aquel día, no es normal tener estos recuerdos, más aún a segundos de haber nacido, tampoco explote en llanto a pesar del esfuerzo del doctor, solo oía las voces en completo silencio, mi existencia ya comenzaba siendo peculiar en comparación a otros neonatos que anuncian su llegada con vigorosos llantos.

2 de marzo de 2001, Pasaron los años y crecí con buena salud a pesar de mis creencias, difícilmente enfermaba, y si lo hice alguna vez no lo recuerdo, siempre procure aparentar que era un niño más, uno muy curioso y observador por lo demás, frecuentemente destacaba en todos los deportes en los que me aventuraba, solía pensar jocosamente que sería algún tenista famoso, era agradable esa sensación, disfrutaba de aquello, ya que saciaba mi incipiente ego, aun así, siempre estuve rodeado de otros niños a pesar de su envidia inocente, la compañía me hacía olvidar lo que terminaría representando tarde o temprano, a pesar de la ironía que escondía esto.

A medida que crecía comencé a odiar aun mas el día en que nací, era el único consciente de esta maldición y mi cumpleaños solo llegaba a recordarme lo que yo representaba, comencé a temer este día, pero era mi carga y mi secreto, uno que me llenaba de ansiedad y nerviosismo, por fortuna para quienes me rodeaban aun no le desgraciaba la vida a nadie, cumpleaños tras cumpleaños el rechazo se acentuaba y el miedo también, comenzó a ser extraño dado que, lo que suele representar una muestra de cariño, termino convirtiéndose en algo incomodo y tedioso, me refiero a los regalos para ser más preciso, malditos regalos…¿comprenderían la angustia de un niño, por un mal regalo?, podría afirmar con certeza que no y de ser lo contrario solo cabría pensar en personas llenas de malicia, cada uno parecía una misera burla, me pregunto hasta el día de hoy qué niño se alegraría con calcetas grises, mochilas, útiles escolares o cualquier estupidez relacionada al ámbito escolar, sin duda yo no, odiaba esos regalos, por lo que termine acumulando emociones de las cuales no me enorgullezco.

2 de marzo de 2005, un día tenebroso para mí, no así para mis padres, su entusiasmo no era normal, algo note en sus ojos, fue como una mirada oculta tras la suya, por lo mismo me fue difícil negarme a su deseo, aquel día el ambiente se llenó de una incómoda tensión desde ese momento, el presagio del mal se encaminaba hacia mí, lo que temía desde mi nacimiento se haría notar de alguna forma ese día, se hicieron presentes amigos, primos y familiares varios para festejar un día que no tenía nada de especial, todo aparentaba ser como solía ser, a esta altura tedioso, ya no era como antes, pasaron las horas y llegaba el momento de abrir los benditos regalos, la personas comenzaron a alentarme, gritaban a viva voz, -¡Los regalos!- una y otra vez, comenzaba a ser molesto, por lo cual acelere mi paso para terminar lo más pronto con el momento, los atravesé sin dejar escapar alegría alguna de mi rostro, estaba tenso, con la idea clara de lo que encontraría en cada uno de los obsequios, los abrí uno por uno disimulando algo mi agrio semblante, fue de un momento a otro en que me percate de un extraño regalo que escapaba de todo lo normal, en un rincón, envuelto con un papel de regalo desgastado y sucio, yacía el paquete, tenía escrito mi nombre con letra temblorosa e irregular, me note sorprendido por primera vez, aunque temeroso a la vez, camine en su dirección, lo tome lentamente, para luego alzar mi vista y buscar entre las personas quien podría haberme hecho tal regalo, nadie se delato con algún gesto apresurado, lo que acrecentó aún más mi nerviosismo, pero entonces por alguna razón fije mi mirada en un niño de apariencia andrajosa, no era familiar ni amigo, pero estaba allí mirándome fijamente con ojos saltones y una sonrisa macabra, él me perturbo de sobremanera, haciendo evidente un miedo abrupto e intenso, rápidamente desvié mi mirada hacia el paquete, dude demasiado, tal vez no debería abrirlo pensé, pero ahí estaban ellos enajenados gritando -¡¡Que lo abra!!, ¡¡Que lo abra!!-, repetían una y otra vez, un ruido molesto que rechinaba en mis oídos, por alguna razón recordé el llanto de mi madre en el día de mi nacimiento, aprete los dientes y cerré mis ojos y me apresure a abrir el maldito regalo… un silencio total se produjo en la sala, mire a mi alrededor preocupado, solo para darme cuenta de un escenario inquietante, todos me observaban con la misma sonrisa de aquel niño, pero con su mirada completamente perdida y vacía, fue allí cuando una risa burlona se escuchó, para luego dar paso a un murmullo generalizado de los presentes, deseándome un…-feliz cumpleaños-, luego de eso aquel extraño niño se desvaneció entre las personas, volví a mirar el regalo y no pude creer lo que era…un muñeco de trapo con mi cordón umbilical alrededor de su cuello, busque en el rostro de mis padres respuestas, pero su expresión no era distinta de los demás, estaban todos inertes observando la nada, comencé a comprender en completo terror, esta era la señal que desencadenaría mi condena, tome el muñeco lleno ira le quite el cordón umbilical de su cuello, pero fue allí que la desgracia se hizo presente, todos se desplomaron abruptamente al suelo, luego de eso perdí el conocimiento.

Hoy 2 de marzo de 2022, no logro conciliar el sueño por temor a recordar aquel martes, mi cuerpo y mi mente están quebrados, “aquello” que se disfraza de niño aun me visita en mis cumpleaños, desde ese día no me ha dejado en paz, siempre trae obsequios repulsivos y grotescos, me fuerza a abrirlos de una u otra manera, solo para reírse de mí, cada vez que lo hago, una vida se va con “aquello”, soy el medio del mal, un miserable, al que solo viene a atormentar dada mi desolación, nunca me dejara olvidar la culpa… aquel día nunca debí nacer.

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