La rutina de papi nos mató.

Hambrienta de un padre presente desde el día que te conocí supe que sería difícil, te ame como primera y única vez, abandonada en brazos de nadie, abandonada en tus ojos muertos, te mire y todo lo que mire fue guerra, una historia que jamás has contado. Aun que creas que lo escondes muy bien dejame decirte que eres más que un dolor para mí. Me arrancaste mi papel vacío y pegaste historia del tuyo, dime cunado quemarás esas páginas.

Hablemos de Madre, una mujer decidida y firme a entregarlo todo por ti, arrebataste su 3.er hijo el cual termino odiando no solo a ti sino el vacío de odio a los de tu especie (?). Ella…y… Él nunca se arrebataron mordidas de vida, siendo una pareja distanciada incorporada de dos personas fuertes, consientes, listas, valientes, luchadoras y «buenas» odio decirlo, pero te lo gritaría él la cara, pero pudimos haber sido todo, luna, fuego y los 6 vientos que negaste eran tu familia. Tuviste no solo una Mujer además de hermosa talentosa y audaz, tuviste 4 corazones en tus manos, 4 pedazos de tu misma esencia, tu propia cara. Lo peor es que no te culpo, porque cuando recuerdo tus ojos comprendo el derrumbe que hubo en ti que me arrastro a mí. Tus ojos estaban más solos que una persona de 40 años, parecía que vivías y cargabas 200 años encima, vacíos, llenos de amor roto, saboteado, destruido, golpeado y abusado, llenos de desesperanza y rutina, la rutina de papi, poco después en tus venas invadió el rencor, el odio y el repudio, lleno de fuerzas según tu dolor, para cuando volví a mirar tus ojos ya era tarde, lo único que había era odio, fuego destrucción. Fue entonces cuando tomaste acciones decadentes, que digo decadentes, acciones miserables que ni tú creías.

Pudimos serlo todo.